¿Es la homosexualidad una
opción de género, una disfunción teratogénica u otra cosa?
Introducción
Con frecuencia se plantea que la homosexualidad sea de causa genética o que
únicamente se deba a influjo del ambiente durante el desarrollo embrio-fetal o
tras el nacimiento, lo que puede condicionar de forma profunda su
interpretación antropológica. Aquí hacemos una pequeña reflexión sobre estas
circunstancias. Aunque dicha reflexión puede parecer un tanto técnica, somos de
la opinión que es indispensable conocer los hechos biológicos para poder
establecer un juicio antropológico sobre la homosexualidad.
Bases genéticas del dimorfismo sexual
El sexo viene determinado genéticamente en el individuo aún antes de la
exposición a distintos niveles de hormonas, como testosterona o estrógenos.
Concretamente, de los 23 pares de cromosomas de la especie humana, el par XX ó
XY determina el sexo. Ello depende del espermatozoide que fecunda el óvulo, que
puede aportar un cromosoma X o un Y, que formará el par XX ó XY, junto al
cromosoma aportado por la madre, que siempre es el X. Por otro lado, el gen
SRY, en la región 1 del brazo corto del cromosoma Y, determina el proceso de
masculinización en la séptima semana de gestación y el gen Tfm, situado en el
cromosoma X codifica el receptor de las hormonas masculinas. También la región
ODF del cromosoma X favorece el desarrollo del ovario e inhibe el del
testículo.
En el desarrollo embrionario, la activación de ciertos genes de carácter
sexuado lleva al silenciamiento de sus homólogos del otro sexo. Así, el gen H19
se silencia en el cromosoma de origen paterno y el gen Igf2 se silencia en el
materno.
Pero aún hay más control genético. No sólo los cromosomas X e Y están
implicados en la diferenciación sexual, también el gen que codifica la síntesis
de la hormona antimulleriana, por las células de Sertoli del testículo, está en
el brazo corto del cromosoma 19 y el gen Gadd45g, que se encuentra en el
cromosoma 9, es también determinante en la masculinización, e interacciona con
el gen SRY [1].
¿Cuándo comienza la diferenciación sexual en el individuo?
Las diferencias sexuales pueden evidenciarse en el embrión y en la fase
preimplantatoria, es decir, en los primeros 15 días de vida, donde la
influencia hormonal del entorno todavía no se ha manifestado. A partir de las
primeras divisiones celulares del cigoto, en la fase preimplantatoria, se
observa que los embriones masculinos y femeninos recorren trayectorias
distintas. Así, por ejemplo, los niveles de consumo de glucosa son
significativamente diferentes en el varón y la mujer, con velocidades de
crecimiento y morfologías también diferentes, aún en una fase tan temprana del
desarrollo embrionario [2].
Tras el nacimiento, y antes de que el entorno pueda inclinar la balanza hacia
uno u otro comportamiento sexual, se constata que hay una predisposición innata
para un comportamiento social diferenciado por sexo en humanos. Tal
comportamiento es independiente del entorno y la educación recibida. “Los bebés
neonatos varones muestran un mayor interés en el móvil físico-mecánico,
mientras que los neonatos hembras muestran un mayor interés en el rostro de su
madre. Los resultados de esta investigación demuestran claramente que las
diferencias sexuales son en parte biológicas en su origen [3].”
Hormonas y diferenciación sexual
Tanto en el desarrollo embrionario posterior, como tras el nacimiento, los
niveles hormonales resultan decisivos en la progresión de la diferenciación
sexual ya orientada desde la genética. Las hormonas maternas influirán en esta
progresión, pero también las del propio individuo, que, así como los receptores
de estas hormonas, se irán configurando según su programa genético. Por
ejemplo, el estradiol, que es sintetizado en el hipocampo y en la corteza
prefrontal de nuestro cerebro, es un modulador de los procesos cognitivos de
aprendizaje y memoria y también del humor, del comportamiento social y de
diversos desórdenes psiquiátricos [4]. Finalmente, los niveles altos de
testosterona reducen la expresión de la enzima DNA metiltransferasa. Esto
provoca un descenso de la metilación del DNA (mecanismo epigenético),
permitiendo la expresión de genes relacionados con la masculinización [5].
Ambiente y diferenciación sexual
Dicho lo anterior, no puede excluirse una influjo del “entorno molecular”, esto
es, hormonas, medicamentos, tóxicos, etc. sobre la progresión de la
masculinización o feminización durante la gestación. Pero en ningún caso es una
“definición sexual hacia lo masculino o femenino”, sino una interferencia en
grado variable en la progresión de la definición ya establecida genéticamente.
Podríamos decir que los distintos grados de expresión genética, junto al
entorno bioquímico del feto, pueden marcar grados de intensidad en los procesos
de masculinización o feminización, pero no intercambios entre una u otra
condición que, como hemos dicho, viene orientada desde el sobrecruzamiento
cromosómico.
Pero ¿aún existe una nueva posibilidad de modificación genómica? ¿Pueden
producirse anomalías en el genoma formado tras la fecundación que provoque que
el “libro de ruta genético” masculino o femenino se vea distorsionado o indefinido?
Aparte de determinados síndromes bien conocidos, como los de Turner y
Klinefelter, con cromosomas sexuales anormales, muy raros por otro lado, u
otros también infrecuentes, no se ha podido evidenciar una base genética en el
comportamiento homosexual [6].
Por último, la posibilidad de que el genoma pudiera sufrir cambios epigenéticos
propiciados por estímulos procedentes del entorno, en tal grado que fueran
capaces de modificar el comportamiento sexual hacia la homosexualidad, ha sido
propuesta como una posible explicación a esta conducta, pero a día de hoy, no
existen evidencias científicas de que esto sea así.
Aun habiéndose constatado estos cambios epigenéticos en nuestros genomas, no se
ha evidenciado que justifiquen por sí mismos una modificación en el
comportamiento sexual de la entidad del comportamiento homosexual.
Conclusión
En cualquier caso, el sexo determinado genéticamente, el sexo fenotípico
(funcional, endocrino, anatómico y psicológico) y el comportamiento sexual
masculino o femenino deberían, en condiciones de homeostasis, constituir una
unidad, de modo que las diferentes intensidades en los procesos de
masculinización o feminización descritas, debidas a las posibles causas
enumeradas, no deberían confundir lo masculino y lo femenino, sino dentro de
cada fenotipo sexual, propiciar diferencias individuales en la gradualidad de
lo masculino o femenino, sin dejar, por esto, de ser lo que son.
Así varones o mujeres con distintos niveles de hormonas sexuales, o con
experiencias provenientes de su entorno, diversas en lo afectivo, cultural,
ambiental o social, mostraran diferencias en su comportamiento, aptitudes,
psicologías o inclinaciones, lo cual no debería cuestionar su masculinidad o
feminidad sino, más bien, la personalizaría haciéndola distintiva de su
individualidad, pero no otra cosa de lo que son sexualmente.
Julio Tudela y Justo Aznar
Referencias
[1] Johnen H, González-Silva L, Carramolino L, Flores JM, Torres M,
Salvador JM. Gadd45g Is Essential for Primary Sex Determination,
Male Fertility and Testis Development. Plos One 2013; 8(3):2–8.
doi:10.1371/journal.pone.0058751
[2] Gardner DK, Larman MG,
Thouas GA. Sex-related physiology of the preimplantation embryo. Molecular
Human Reproduction, 2010;16(8):539–47. doi:10.1093/molehr/gaq042)
[3] Connellan J, Baron-cohen
S, Wheelwright S, Batkia A, Ahluwalia J. Sex differences in human neonatal
social perception. Infant Behavior and Development. 2000; 23(1): 113-8
[4] Luine VN. Estradiol and
cognitive function: past, present and future. Hormones and Behavior.
2014;66(4):602-18. doi:10.1016/j.yhbeh.2014.08.011
[5] Nugent BM, Wright CL,
Shetty AC, Hodes GE, Lenz KM, Mahurkar A. … Mccarthy M. Brain feminization
requires active repression of masculinization via DNA methylation. Nature Neuroscience.
2015;18(5):690-7. doi: 10.1038/nn.3988. 2014)
[6] Jouve N. La homosexualidad a la luz de la genética. Jornada sobre La
Homosexualidad: una reflexión científica y moral. 24 de Noviembre de 201.
Instituto Pontificio Juan Pablo II.
http://mercaba.org/Filosofia/Etica/la_homosexualidad_a_la_luz_genet.htm.