7.- CARISMAS DE SANACIÓN FÍSICA Y SANACIÓN INTERIOR

 LOS CARISMAS DEL ESPÍRITU AL SERVICIO DE LA EVANGELIZACIÓN.

7.-Sanación física y sanación interior.

1.- Cuando Juan y Santiago pidieron estar a la derecha y a la izquierda de Jesús en su reino, Jesús les contestó: “No sabéis lo que pedís”.

A cuantos de la Renovación Carismática se les podría decir lo mismo cuando desearían tener el carisma de la sanación: “No sabéis lo que pedís”.  Esto es, justamente, lo que vamos a ver en la presente enseñanza.

2.- Jesús envió a los doce, con estas instrucciones:

"Id y predicad que el reino de Dios está cerca. Curad a los enfermos, resucitad a los muertos, limpiad a los leprosos, echad a los demonios". (Mt. 10, 7 y 9).

Y Marcos, al final de su evangelio nos dirá:
"Ellos fueron a predicar por todas partes. El señor cooperaba con ellos y confirmaba su doctrina con los prodigios que los acompañaban."(Mc. 16,20)

"La evangelización de Jesús comprendía dos aspectos fundamentales:

a) El anuncio de la Palabra.
b) La confirmación de esa Palabra con la sanación de los enfermos".

Las señales, los prodigios y los milagros son signos que manifiestan que Jesús está vivo, hoy y siempre, y vienen a confirmar la proclamación de la Palabra.

"Vayan por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y éstos se pondrán bien."(Mc.16, 15-18).

Digamos en primer lugar: El carisma de sanación es un don gratuito de la misericordia de Dios. El carisma es una manifestación exterior del Espíritu Santo. El carisma de sanación no es fruto de técnicas y procesos que empleemos, aprendidos o que nos creamos.

Este carisma es una de las características que distinguen al auténtico apóstol. Además en las manifestaciones del auténtico apóstol está una de las claves y fundamentos para entender este carisma.

La otra clave para entender el carisma de la sanación es este:

El hombre fue creado por Dios para disfrutar de su presencia en una vida sana. El pecado desbarató ese plan. El hombre, al pecar, rompe las leyes establecidas en su propia naturaleza y en la sociedad en la que vive, produciendo enfermedades que surgirán de inmediato o que pasarán de generación en generación. Jesús cuando curaba, siempre repetía: “No peques más”. Incluso llegó a decir: “No peque más o te sucederán cosas peores”. Como se comprende fácilmente, la sanación pasa por “No peques más”. No olvidar, Dios nos quiere sanos.

3.- Estamos perfectamente sabedores que el tema es sumamente amplio y no siempre bien entendido. Lo vamos a simplificar  en tres puntos, presentándolo con la mayor simplicidad para que haya ideas claras. Nos ayudará en esta enseñanza lo que ya hemos explicado en anteriores carismas, pues son sus bases o fundamentos. Los temas son: a) Sanación de nosotros mismos. b) Sanación física. c) Sanación interior.

4.-  a) Sanación de nosotros mismos. 

Hay un refrán que dice: “Médico, sánate a ti mismo”. Cuando se habla del carisma de sanación siempre se piensa en sanar a los demás. ¿Y nosotros, qué? Y sabemos que difícilmente podremos dedicarnos a sanar a los demás si nosotros no estamos sanos. El P. Emiliano Tardif, antes de recibir el carisma de sanación tuvo que ser sanado.

Nosotros podemos estar enfermos física y espiritualmente. Lo que más preocupa es la enfermedad espiritual, causa, en muchas ocasiones de enfermedades físicas. El hombre está enfermo por el desamor; de no recibir el amor que necesita  o de no dar el amor que otros nos piden. La falta de amor nos constriñe, nos enerva y esto hace que nuestro sistema nervioso se resienta. En esta situación no es raro que nos falte la paz, la confianza, incluso la fe. En estas circunstancias ¿cómo podremos transmitir sanidad a los demás? El Carisma de sanación es fruto del amor; y si vamos parcos en el amor, ¿qué habrá?

Dios es amor y solamente en Él encontraremos el amor que necesitamos. Tener una relación  fluida con Él es la clave para que surja en nosotros la paz, la confianza, el amor y con ello todo nuestro espíritu se transforma y surge la sanidad de nosotros mismos, tanto física como espiritual. Yo no se si esto suena a algo intelectual, muy bonito, pero poco real. Yo solo os puedo decir que esto está pasando en mí, lo que digo es mi propia experiencia. Por muchos años yo pasaba muchas horas ante Jesús Sacramentado pero solo cuando conocí y empecé a poner en práctica la contemplación fue cuando mi vida espiritual empezó a dar un giro de 180 grados; al contemplar a Dios en sus misterios, al entrar en los sentimiento de Jesús, mi espíritu se ha enriquecido en todo orden; creo que lo resume todo, diciendo que hay una paz que antes no conocía. Y con esa paz me ha venido la sanación interior y no cabe duda que también la física.  Yo al Señor no le voy a pedir carismas; yo sé que estando con Él, voy a tener los carismas necesarios para cumplir la misión que desee darme.

Mi consejo: no pidáis al Señor carismas; pedidle el don de la contemplación, desead el don de la contemplación y entrad en ella. En la intimidad con el Señor, Él os sanará, os dará paz y os dará los carismas necesarios para cumplir su Voluntad y para su mayor Gloria.

5.- b) Sanación física.  

En primer lugar hagamos una diferencia entre milagro y sanación. En el milagro está patente el dedo de Dios; en la sanación, no. Ejemplo: Lo que sucede en Lourdes; mucha gente se sana pero son muy pocos los casos que se declaran milagros. En las sanaciones de Jesús eran milagros porque estaba patente el dedo de su divinidad. Nosotros hablaremos siempre de “sanaciones”, aunque veamos, en muchos casos, de que la sanación era imposible sin la intervención de Dios.

Otro punto a tener en cuenta. ¿Cuál es la finalidad principal de la sanación física? El bien espiritual de la persona. Dios nos quiere íntegramente sanos. Quiere sanar principalmente nuestra alma, porque de ahí deriva, en muchas ocasiones, nuestra sanación física; y  otras veces nos sana físicamente para que sanemos espiritualmente. Si decimos que las sanaciones deben ser la confirmación de la proclamación de la Palabra de Dios, es porque a través de esa proclamación debemos buscar la conversión de los oyentes.

No cabe duda que los milagros de Jesús eran el mayor reclamo para que la gente escuchase su palabra y reconociese su divinidad. Era un objetivo especial de Jesús. A parte de este objetivo característico de Jesús, la mayor parte de los milagros de Jesús eran sanaciones físicas, pero en todas ellas siempre añadía: “No peques más”. Sanaciones directamente espirituales: La mirada a  Pedro después de negarlo; la conversión de la Magdalena, etc.

El carisma de sanación que se nos regala a nosotros, repito, es para confirmar la Palabra de Dios que se proclama y a través de ella, haya una conversión de vida. Los Apóstoles así lo vivían.

Si pedimos que se de testimonio de las sanaciones recibidas para Gloria de Dios, no olvidemos que ello es para que creamos;  lo principal, lo que Dios quiere, es nuestra salvación.

Para manifestar directamente la Gloria de Dios, tenemos delante de nosotros a toda la creación: el universo, la naturaleza, el milagro de la vida, el nacer de cada día, etc. etc. Cuando a Jesús le pedían milagros para que manifestase quien era, siempre contestaba que se atendieran a lo que decían los profetas; solo una vez dijo: “Destruid este templo (refiriéndose a su cuerpo) y en tres días lo reconstruiré”. A Herodes que le pedía milagros por curiosidad, Jesús calló; al mal ladrón que le pidió que bajase de la cruz, no lo atendió, pero sí atendió al buen ladrón: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

6.- Puestos estos principios, nos será más fácil entender lo siguiente.

En primer lugar permitidme una distinción. Una cosa es carisma de sanación y otra es el ministerio de sanación. El carisma de sanación lo tiene todo cristiano y en cualquier momento el Señor puede actuar en él; el carisma se presenta esporádicamente.

Muy diferente es el ministerio de sanación en donde el carisma es permanente, siempre que se ponga en práctica. Lo tienen en plenitud, activo, en virtud de su oficio: los sacerdotes, los médicos; los esposos lo tienen con fuerza especial, el uno para el otro, y al mismo tiempo para sus hijos y familia. Los laicos lo tienen limitado; necesitan estar discernidos por los pastores y confirmados por la comunidad; pueden darse casos de laicos a quienes Dios llama al ejercicio de la sanación en plenitud y sin límites; éstos no son muchos pero generalmente va unido al ministerio de la predicación.

7.- Una condición muy esencial en el ministerio de sanación es la santidad. El Señor necesita de personas que, llenas de la misericordia y la compasión de Jesús, se entreguen a los más necesitados, siendo canales abiertos del amor de Dios. No se puede ejercer este ministerio sin una santidad de vida patente. La santidad de vida ayuda al anuncio de la salvación y a la intercesión por los enfermos. Veamos unas actitudes esenciales de esa santidad de la que estamos hablando. (Extractado de Nuevo Pentecostés, nº 41)

a)  Es necesario vivir santamente este ministerio con una vida contemplativa e interiorizada. No hay evangelización que dure si no se funda en un cimiento contemplativo. Hay que tomar tiempo para estar a solas con Dios y escuchar lo que nos dice y a dónde nos llevan las mociones de su Espíritu.

b) El que ejerce el ministerio de curación necesita una comunidad de hermanos y hermanas que oren con él. El carisma no madura en el ministerio sin el apoyo de los hermanos en la fe.

c) Se requiere también en el ministerio de curación el apoyo de la vida sacramental. La Eucaristía y la Reconciliación han de convertirse en celebraciones evangelizadoras de la vida de Jesús, que se nos da y nos santifica.

d) El que ejerce un ministerio de sanación necesita de un guía espiritual, que le asesore en los momentos de lucha espiritual.

e) Vivir en el amor a Jesús y a su Palabra no sólo ayuda a nuestra santidad, sino que fomenta carismas relacionados con el ministerio de sanación.

f) El don de fuerza del Espíritu Santo nos lleva a mayor unión con Jesús; pero también nos fortalece para el combate espiritual en el ministerio de curación. La fuerza del Espíritu Santo la necesitamos porque vamos a enfrentarnos a fuertes tentaciones, principalmente serían cinco.

* Tentación de orgullo, porque nos atribuimos lo que Dios realiza a través de nuestra acción humana. Humildad.  El burrito del P. Emiliano.
* Tentación de desaliento. Es muy cansado este ministerio, tiene fracasos aparentes y se cae en la tentación de abandonar. Entonces también necesitamos un guía espiritual.
* Tentación de ejercer dominio espiritual sobre el enfermo, tanto al actuar como médico o como sanador. Hay que respetar al enfermo sin someterlo a nosotros.
* Tentación de voluntarismo espiritual. Queremos que Dios cure sin atender verdaderamente a lo que Dios quiere hacer en ese momento concreto.
* Tentación de relación afectiva-emocional con el enfermo.

8.- Debemos de ser conscientes de que el ministerio de sanación acarrea mucha persecución, bien por celos, bien por incomprensión del ministerio. Se necesita santidad y estar armados con la fuerza del Espíritu.  Pedro y Juan fueron encarcelados por curar a un paralítico. El P. Emiliano sufrió mucho por incomprensión de algunos obispos. Un ejemplo claro lo tenemos en S. Salvador de Horta, lego franciscano. Instando a la gente de que se confiese y cambie de vida, los enfermos se sanaban. Ello provocó que las multitudes acudieran a él y la quietud del convento se alterase. Sus superiores lo cambiaron de conventos e incluso de nombre. Fue llevado a la Inquisición de Barcelona y las crónicas cuentan que al final, los mismos jueces le pidieron que orase por ellos. Terminó sus días en Cerdeña (Italia).  

9.- ¿En qué momentos principales se ejerce el ministerio de sanación? Sabiendo que la sanación es la acción de Dios para confirmar su Palabra y para manifestar su misericordia, el ministerio se ejerce cuando se busca la salvación de las personas, bien en una predicación, bien en la oración de intercesión; en este caso, hay que aclarar que nunca debe faltar la evangelización de la persona por la que se intercede. Esto se ampliará en la próxima enseñanza cuando tratemos LA INTERCESIÓN CON PODER.

Es interesante conocer el actuar del P. Emiliano Tardif, que tenía un gran ministerio de sanación. Él siempre decía, que nunca oraba por las personas sin antes evangelizar y ayudarles a la conversión. Por favor, lean sus escritos al respecto.

Me gustaría ahora ampliar un poco lo de la predicación. En primer lugar, toda predicación debe tener un claro enfoque salvífico; es decir, pretender de que haya un cambio de vida espiritual en los oyentes. Solo así se producen sanaciones. La Palabra de Dios sana en lo espiritual y en lo físico. La gente desea ver que la Palabra cambia vidas.  Todo cambio de vida ya es sanación.

Entonces, ¿por qué no vemos más milagros de sanación en las predicaciones? ¿Hemos examinado cómo son nuestras predicaciones? ¿Buscan la gloria de Dios? ¿Buscan que haya más cambios de vida? ¿Se quedan en fórmulas rutinarias? Es posible no ver sanaciones en nuestras predicaciones por defecto de las mismas o porque el Señor desea con ello que crezca nuestra fe; en este caso, el no ver las sanaciones no quiere decir que no existan. Hace tiempo  tuve una vivencia que nunca la he olvidado; aunque muchos ya la conocéis, me gustaría repetirla. “Los milagros los hago yo (dice el Señor). Pero me dio a entender que normalmente yo no los vería”. (Explicarlo completo).

La experiencia me ha enseñado que lo principal es beber la misericordia y compasión de Jesús en la contemplación de su Corazón, lo que me impulsará a llevar esa misericordia a todos los corazones. El resto es obra de Dios que no falla: "Vayan por todo el mundo y proclamad la buena nueva a toda la creación. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: …”  Quien actúa es Jesús y JESÚS ESTÁ VIVO.

10.- c) Sanación interior.

Hablar de la sanación interior no es nada fácil y menos, entenderlo: debemos entrar en el interior del hombre para encontrar sus males y es patente, que es una tarea casi imposible. Los sicólogos y siquiatras que estudian estas parcelas del hombre intentan dar nombres a las diversas actitudes con que se encuentran, pero no siempre coinciden en su descripción. Nosotros nos atenderemos a lo más elemental con tal de comprender la sanación interior.

"Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento. El segundo, es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". (Mt.22, 37-40)

Muchas veces hemos leído este pasaje de la Escritura y hemos intentado vivir este mandamiento. Pero ¿lo hemos conseguido? Hay zonas oscuras en nuestro interior que nos bloquean. Tener acceso y poder sanar estas zonas es propio de la sanación interior.
Robert De Grandis nos presenta el ejemplo del Apóstol Pablo.

Pablo pasó de ser un perseguidor de los cristianos a ser un apóstol de Cristo. Para ello tuvo que pasar con todo un proceso de sanación. Tuvo que pasar de un odio a los cristianos a tener un amor hacia ellos de manera que daba su vida por ellos en la evangelización. La transformación fue completa.  Pablo pasó por un proceso de sanación interior, y esta sanación la fue recibiendo, caminando con Jesús, dejándose guiar por Jesús, y así fue sanado y tuvo los mismos sentimientos de Cristo. (Fil. 2,5)

La sanación es un proceso y no hay que esperar un cambio radical de la noche a la mañana; cuando vamos por ese camino, como lo hizo Pablo, nos transformamos a la imagen de Nuestro Señor Jesucristo, y vamos teniendo los mismos sentimientos de Cristo, convirtiéndonos en una nueva criatura a través de Él.

11.- Objeto de la sanación interior.

El hombre, mediante el saber, puede tener lo que llamamos "vivencias", vivir sus propios actos. Y por medio de esa "conciencia", puede proyectarse hacia esos actos propios, o sobre el "yo”, y transformarse en el sujeto de las vivencias. Esto sería el consciente. La persona, por tanto la conciencia, se comunica con el mundo material y otros seres a través de las vivencias.

Pero además nos encontramos con una nueva realidad: El límite del cuerpo y del psiquismo, o de lo orgánico y lo psíquico. Aquí se encuentra una zona no muy clara: El inconsciente, llamado así por Jung; otros la llaman subconsciente. En el consciente y en el subconsciente se encuentra lo principal de nosotros, que quizá nunca conozcamos o conozcamos muy poco.

El subconsciente es como un depósito que "guarda" todos los traumatismos, las heridas, los rechazos, los bloqueos de la primera infancia, y los conserva mucho más nublados en forma de complejos, cuanto se remontan más allá de esta edad. Estas heridas que vienen de la primera infancia o de una edad posterior (aun adulta) tienen repercusiones sobre el organismo espiritual. Viene a ser algo así como una herida con costra; herida que no aparenta pero que si se la toca, duele.

Los traumas interiores profundos pueden bloquear totalmente la vida espiritual. Si una persona, por ejemplo, ha odiado a su padre durante su infancia, por malos tratos recibidos, no llegará a vivir una libertad con Dios. Se encontrará con una barrera poco menos que insuperable, humanamente, hasta que no intervenga la curación interior. Las personas que han odiado a su padre tienen dificultad en tener una idea de la verdadera imagen de Dios-Padre, y menos aún sentir Su amor Paternal.

Problemas, actitudes, reacciones…que tengamos pueden ser resultado de algo que nos ha pasado, aunque no lo recordemos.

Esta es la razón por la que necesitamos la sanación interior. Para ello es necesario abrirnos a la mirada de nuestra conciencia y buscar la curación del Señor, pero esto suele ser muy difícil.

Necesitamos, pues, que afloren estos problemas. A veces pueden aflorar por medio del diálogo. Otras, por medio de la palabra de conocimiento. Y otras será necesario acudir a la psiquiatría, que puede ayudar a traer a la superficie lo guardado en nuestro inconsciente. Pero nosotros sabemos  que solo el amor, la gracia, la compasión del Señor pueden sanar, liberar y ordenar todo aquello que está herido y que reposa en nuestro subconsciente y que en la mayoría de los casos ni siquiera nosotros conocemos.

En el proceso de la sanación interior, no basta dominar los aspectos psicológicos; pueden ayudar, a nivel humano, pero sin rebasar el propio campo. Se requiere a nivel sobrenatural, ser utilizado por el Señor para que El vaya restaurando la personalidad profundamente herida y bloqueada. Esta sanación debe ir empapada de la "compasión" del Señor; esto es lo fundamental. Por lo tanto, la ayuda al enfermo tiene que ir acompañada y revestida de la misma compasión de Cristo, ya que ese amor penetra y cura las capas más profundas del subconsciente.

12.- Diversos campos de la sanación interior.

Son muchos los campos en donde es necesario la sanación interior; citaremos algunos para que nos demos cuenta de la diversidad que hay: De la propia imagen, del miedo, de los recuerdos, intergeneracional, del odio, de la falta de perdón, falta de amor, etc.

13.- Maneras para realizar la sanción interior.

Sabemos que solo el Espíritu de Dios, la compasión de Jesús puede llegar a esas zonas obscuras de nuestro ser para sanarlas. Pero también sabemos que a través de la oración podemos ayudar a las personas a que abran su corazón a la misericordia de Jesús.

Debemos distinguir dos situaciones. Si se sabe y se conoce  una herida especifica por la que hay que sanar, entonces acudimos a la oración de intercesión. (Lo veremos en la próxima clase). Si es algo desconocido, si no sabemos el por qué de algún mal, su razón o causa, entonces es bueno el Baño de Luz. La diferencia más peculiar  de ambas formas está en que en la oración de intercesión se necesita la ayuda y discernimiento de otra personas; en el Baño de Luz, lo puede realizar la misma persona.

14.- ¿En qué consiste principalmente el Baño de luz? El Baño de luz no es otra cosa que, con la ayuda del Señor Jesús, tratar de encontrar una respuesta a algo que nos molesta y nos hace sufrir, encontrar la causa a un bloqueo o trauma, por lo que nos impide ser felices o progresar espiritualmente. No olvidemos lo que dice la Palabra: “Yo soy la luz del mundo”.

¿Cómo se realiza? El mejor ejemplo es Jesús en el Huerto de los olivos.

Hay que seguir las siguientes pautas:
a)    Buscar un lugar tranquilo y acogedor.

b)    Imaginar a Jesús muy humano, glorioso, y que se hace presente ante uno. De la misma manera llegan a nuestra mente lo que vemos por los ojos  y lo que vemos en nuestra imaginación.

c)    Tener un dialogo con Jesús; mano a mano. Un diálogo de amor y no un monólogo; preguntar y escuchar.

d) Importante, guardar silencio para que haya oportunidad de escuchar a Jesús. Como es lógico, hay que poner en práctica lo que escuchamos en la oración. De lo contrario,  el Baño de Luz no tiene razón de ser.

El Baño de luz se repite tantas veces cuantas sean necesarias.

Muy parecida al Baño de luz es la Oración que realiza una persona recorriendo posibles  circunstancias dolorosas, desde la concepción hasta el día hoy. En cada una de las partes se pide a Jesús que entre a sanar las heridas que allí se encuentran.

15.- Conclusión.

Ante la gran necesidad que tienen las personas de sanación, tanto la física como la interior, bien nos podemos dar cuenta que recibir este carisma es una gracia especial del Señor pero que va incluido a una máxima responsabilidad de evangelizar; captar la misericordia de Jesús y actuar con esa misericordia a favor de los que sufren es lo esencial en este carisma. Es primordial saber que ello conlleva mucho sacrificio y también grandes peligros de endiosarnos, sacando la gloria de Dios. Con todo, Dios necesita de nosotros para ser canales de su misericordia.

Hay que saber también que la práctica del Ministerio de sanación, en la Intercesión con poder y en la Liberación es muy necesario que se posean los carismas de lo que ya hemos hablado: Discernimiento de espíritu, palabra de conocimiento, palabra de sabiduría, lenguas, fe carismática. Los carismas se entrelazan de una manera sutil. No se pueden tener en forma individual. Por eso nosotros los hemos tratado al final. No basta estudiar un carisma; es bueno estudiarlos todos por la interrelación que tienen entre si. Conociéndolos todos, captaremos mejor cuando el Señor nos los presenta.

En la contemplación, a los pies de Jesús, encontraremos la base de todos los carismas. Ya lo he dicho y lo voy a decir una vez más: La Renovación será carismática si es contemplativa; de lo contrario será carismática solo de nombre.

Gloria al Señor.


16.- ORACIÓN.