LOS CARISMAS DEL ESPÍRITU AL SERVICIO DE LA EVANGELIZACIÓN
1.- PENTECOSTES. EFECTOS Y RESULTADOS.
1)
Saludos y presentación.
2)
Cuentito. El padre que desea comprar un
coche y ya los hijos se instalan en él, a
través de sus fantasías, pisándolo y ensuciándolo. El padre, en un arranque de
rabia, les da un manotazo y les dice: “Bajad de mi coche, no sea que me lo
rompéis antes de comprarlo”.
Habéis pedido
que en este curso anual se hable y se profundice sobre los carismas del
Espíritu. Ciertamente es una necesidad,
como miembros de la Renovación CARISMÁTICA, pero a la vez por la falta de
profundización que hay en ello. Deseamos, muchas veces tener carismas, y somos
“carismáticos”, y desconocemos, en la práctica, lo que son y a donde nos
llevan. Que el Espíritu nos acompañe en
el desarrollo de todo este temario que se va a exponer.
3)
En este primer tema, entraremos en la razón
de los carismas. Y nada mejor, que recordar lo que sucedió en Pentecostés.
(Hechos 1, 12 – 14: 2, 1 – 4) (Leerlo)
Los apóstoles
vivieron tres años con Jesús y compartían con Él su vida y su misión. Y para
que la misión que se les confiaba tuviera toda la fuerza aun faltando Jesús,
les promete el Espíritu Santo. (Juan 15, 26 y 27) (Leerlo).
Toda la fuerza
que recibieron los apóstoles en Pentecostés estaba encaminada a la misión, a
ser testigos, a la evangelización. No se concibe a Jesús sin la misión del
Padre; no se concibe a los apóstoles, sin la misión de ser testigos hasta los
confines de la tierra. Todo el plan salvífico de Jesús va encaminado a extender
el Reino de Dios a todas las naciones y a través de todos los tiempos. Y
Pentecostés, con todos sus efectos y consecuencias, va encaminado a la
evangelización con poder.
4)
Es impresionante la claridad con que se
manifiesta el Papa Francisco sobre la evangelización de la Iglesia, en la
Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”,
“La alegría del evangelio”. No me
resisto a citar algunas de sus palabras.
“Las evangelización obedece al mandato
misionero de Jesús: “Id y haced que todos los pueblos sean mis discípulos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijos y del Espíritu Santo,
enseñándoles a observar todo lo que os he mandado” (Mateo 28, 19-20)
“Cada cristiano y cada comunidad discernirá cual es el camino que el Señor le pide, pero todos somos
invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a
llegar a todas las periferias que necesitan la luz del evangelio”.
“La alegría del evangelio que llena la vida
de la comunidad de discípulos es una alegría misionera”
“La alegría del Evangelio es para todo el
pueblo, no puede excluir a nadie”.
“Sueño con una opción misionera capaz de
transformarlo todo”.
5)
Nadie
da lo que no tiene, dice el refrán. Nadie puede dar diez euros si solo
tiene cinco o nada; nadie puede dar cincuenta euros, si solo tiene vente.
Nuestra evangelización va a depender de lo que nosotros seamos y tengamos. Ejemplo.
Muy diferente será el resultado del hierro que se mete en la fragua y se pone
al rojo vivo; del hierro que solo entra y sale de la fragua; del hierro que se
queda junto a fragua, sin entrar en ella. El primero, al salir de la fragua,
podrá quemar todo lo que toque, mientras el segundo y el tercero solo podrán
calentar algo quien los toque y pronto quedarán fríos y sin ninguna fuerza.
6)
¿Cómo será nuestra evangelización, que es
mandato de Jesús a todos sus discípulos? Todo va a depender de nuestra
preparación, de nuestra verdadera vida espiritual. Los coches viejos usaban gasolina con plomo
que tiene poca fuerza; los coches nuevos usan gasolina sin plomo porque desean
más empuje; pero para volar, los aviones usan gasolina especial. De ello va a depender
el resultado. ¿Qué gasolina vamos a
usar?
7)
La clave está en nuestro interior; en las
horas que pasemos ante el Señor y a través de ello, nos sintamos como
verdaderos enamorados de Jesús. Es el sincero enamoramiento con el Señor, el
que nos hace cometer verdaderas locuras a favor de su causa. De una forma clara
e impresionante nos lo relata Jeremías:
“Tú me sedujiste, Señor y yo me deje seducir;
me has violentado y me has podido. Se ríen de mí sin cesar, todo el mundo se
burla de mí. Cada vez que hablo tengo que gritar y anunciar: “Violencia y
opresión”. La palabra del Señor se ha convertido para mí en constante motivo de
burla e irrisión. Yo me decía: No pensaré más en él, no hablaré más en su
nombre. Pero era dentro de mí como un fuego devorador, encerrado en mis huesos;
me esforzaba en contenerlo, pero no podía.” (Jeremías 20, 7-9)
8)
¿Cuál será el resultado de ese
enamoramiento? Como Jeremías, no podremos menos de proclamar la Palabra de
Dios, de evangelizar; y con la evangelización, el Señor nos regalará los
carismas que necesitamos. “Jesús envió a
sus apóstoles a predicar el reino de Dios y a curar a los enfermos”. (Lucas 9,
2)
9)
Cabe ahora una pregunta: ¿Hasta dónde llega
nuestro enamoramiento de Jesús? ¿Hasta dónde queremos llegar en nuestro enamoramiento? Y en consecuencia, ¿hasta dónde quieres
servir al Señor? ¿Qué gasolina deseas emplear en tu evangelización?
·
Si somos máquinas viejas o queremos ir despacio,
usaremos la más débil
·
Si somos nuevos y queremos ir más rápido,
podemos usar otra más potente.
·
Pero si queremos volar por los cielos,
llenaremos nuestro tanque con la supergasolina.
Los apóstoles
estuvieron tres años viviendo con Jesús; y fueron mandados a predicar con
poder, con carismas. Así, pues, la perfecta relación, es:
·
Vivir con Jesús.
·
Ir a evangelizar.
·
Recibir carismas.
Por ello, los
carismas que el Señor nos va a regalar, va a depender de nuestra entrega.
Conforme a lo
que vivimos con Jesús, tendremos los tres modos de evangelizar.
10) Veamos
tres modos de evangelizar.
a) Estándar. El celo por la evangelización. El
celo es una fuerza interna que nos hace amar la evangelización de tal manera
que sufrimos internamente hasta que no vemos vestida a la Iglesia como novia
para su esposo, Cristo Jesús. El celo
brota de la experiencia personal de haber nacido de nuevo y querer que otros
vivan la misma experiencia. Se tiene la Nueva vida y se busca compartirla con
los demás. Es una obligación que pesa sobre nosotros; Pablo llega a decir: “ay
de mi si no evangelizara”. Si no se evangeliza no se es católico, porque no se
está cumpliendo la gran comisión que Jesús dejó a los suyos. No es optativo ni
facultativo, sino un imperativo que pesa sobre cada uno de nosotros.
b)
Mega.
La pasión por el evangelio. Esta gasolina es más poderosa y consiste en
tener el evangelio como valor supremo de la vida. “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia. (Mateo 6, 33) Cuando
los problemas crecen y se hace difícil la vida cristiana, necesitamos de esta
gasolina. Lo primero en la vida es el
evangelio y si un día se debe elegir entre distintas opciones, ya se ha
decidido que el Evangelio ocupa el primer lugar. Es un convencimiento de la
Buena Noticia que el Señor nos ha regalado. Hay personas apasionadas por un
equipo de futbol o por la música; tienen sus cinco sentidos en un objeto. La
pasión por el Evangelio es lo mismo. Está por encima del dinero, comodidades o
ventajas materiales. Cuando a los apóstoles les prohibieron predicar a Jesús,
respondieron categóricamente: “No podemos
dejar de hablar de lo que hemos visto y oído” (Hechos 4, 20).
c)
Ultra.
La obsesión por Jesús. Es la entrega completa a la evangelización porque se
está obsesionado por la persona, el mensaje y la obra de Jesús de Nazaret. Esta
gasolina es para los que aman tanto a Cristo que lo quieren ver reinando en
este mundo; para los que quieren traspasar fronteras y hacer llegar el
Evangelio hasta los confines de la tierra; es para los que están dispuestos a
dar su vida por Jesús y su evangelio. El que está obsesionado por Jesús, ve,
piensa y todo lo realiza en función con la evangelización. Para evangelizar con
poder no basta el celo ni la pasión; es necesario la obsesión. Jeremías estaba
obsesionado por su tarea profética, y, a pesar de las dificultades, no podía hacer otra cosa porque había prendido en sus
huesos un fuego que no podía extinguir. Pablo, obsesionado por Cristo, no puede
menos de exclamar: “Mi vida es Cristo y
la muerte es una ganancia” (Filipenses 2, 21). Esta obsesión le viene al
evangelizador de estar enamorado de Aquel que lo amó y dio su vida por él.
11) Me
imagino, que poco a poco estamos comprendiendo que el evangelizador debe ser,
en primer lugar, hombre de Dios. Persona que tenga una relación con Jesús, lo
más constante posible; que lo pueda tratar con familiaridad; que estando a sus
pies, pueda llegar a sentir el palpitar de su corazón, de manera que ame,
sienta, piense, actúe, como Jesús ama, siente, piensa y actúa; que su ideal sea
llegar a decir como Pablo: “No vivo yo,
es Cristo quien vive en mí” De ello
va a depender la manera en que nos entreguemos a la evangelización; de ello va
depender nuestro compromiso. Los carismas surgirán en la medida en que nos
comprometamos. No olvidemos que la unción es la fuerza que Dios da para cumplir
una misión.
12) Vamos
a la práctica. ¿Tenemos carismas? Si nos damos cuenta que nos faltan carismas,
tendríamos que preguntarnos. ¿Qué compromiso he contraído en la obra del Señor?
¿Hasta dónde llega mi obsesión por Jesús? Si mi compromiso es pobre, y que
apenas alcanza al celo por la Evangelización, como deber de todo cristiano, yo
me preguntaría. ¿cómo anda mi relación con Dios?
13) Muchos,
decimos que somos de la renovación carismática. Pero ¿somos realmente de la renovación?
¿Hay renovación en mi vida? O en mi vida ¿sigue una monotonía enfermiza, de
manera que pasan los años y mi vida espiritual no cambia? Hay una manera
sencilla para discernirlo: si hay o no hay compromiso con la evangelización,
por encima de mis gustos y mis comodidades, y realizándolo buscando únicamente
la gloria de Dios. Conforme y en la medida de mis compromisos, veré si mi vida
espiritual va adelantando o no; veré igualmente si soy realmente de la
renovación o no. De la misma manera entenderé el por qué no aparecen los
carismas.
14) Vamos
a concluir. En este curso vamos a dedicarlo a descubrir y valorar los carismas
del Espíritu. Deseamos hacerlo con más detenimiento y profundidad de lo normal.
La Iglesia nos está pidiendo mayor entrega con la evangelización, en un mundo
tan desquiciado como el que tenemos; por ello necesitamos los carismas del
Espíritu que son las armas para esa evangelización. Pero no podemos olvidar que
la clave y el fundamento, tanto de la evangelización como de los carismas, es
tener una vida de intimidad con Señor, lo más rica posible. De esta vida
dependerán los diversos grados de compromiso con la evangelización. Podemos
quedarnos por un celo por la evangelización, por una pasión por el Evangelio o
por una obsesión por Jesús.
Por la poca
experiencia que tengo, puedo afirmar que cuanto uno más se obsesiona por Jesús,
es tanto lo que se recibe que, sin buscarlo, la propia vida se transforma en
una hermosa dicha, a pesar de los problemas que puedan surgir. Sin olvidar, que
nunca me han faltado los carismas que
necesitaba en la evangelización a la que el Señor me ha llamado.
Repito: Mi
renovación será efectiva, mi Pentecostés será efectivo, si busco al Señor, si
paso horas en su presencia.
15) ORACIÓN.