ORACIÓN DE INTERCESIÓN
Por Patti G. MANSFIELD
Si me preguntaran a mí qué es lo que más me gustaría hacer para ayudar a la Iglesia, diría que la intercesión. No sería viajar por todo el mundo y hablar en convenciones y en iglesias. Tampoco sería escribir libros. Sería hacer intercesión porque este don de la oración de intercesión tiene que ser la base de todo lo que hacemos por la Iglesia. Lo precioso de este don es que está abierto a todo el mundo.
En nuestra preciosa Iglesia Católica tenemos personas especialmente llamadas a la intercesión. Son los hombres y mujeres que viven en las clausuras de los conventos, donde interceden por el mundo. Y el mundo no podría sobrevivir sin ellos. Todo el pueblo de Dios comparte esta llamada a la intercesión.
Una vez presentaron a la Madre Teresa de Calcuta como la mujer más poderosa de todo el mundo. Cuando habla ella, todo el mundo la escucha. Cuando fue a Estados Unidos habló delante del Presidente, que es favorable al aborto. Y esta mujer tan pequeña y, sin embargo, tan fuerte, habló a este hombre sobre la santidad de la vida. Es una mujer muy influyente pero ¿cuál es la fuente de su poder? Sabéis la respuesta... La fuente de su poder es Jesús. ¿Cómo recibe ella este poder de Jesús y lo pone en práctica? Lo recibe en la oración. Por eso insiste ella tanto a sus hermanas, las Misioneras de la Caridad, que pasen un tiempo todos los días, en oración con Jesús, para acercarse a Él y estar en unión con Él.
Una de las razones de la oración es la unidad con Dios. Pero también hay otra razón: hacer intercesión por nuestros hermanos y hermanas. Dios nos ha elegido para salvarnos no solamente como individuos, sino como pueblo. Y si su gracia ha entrado en nuestras vidas, no es solo para que la disfrutemos nosotros, es para que, a través de nosotros, Él pueda llegar a toda la gente que necesita conocerle. Por eso, cada persona que conoce a Jesús es un misionero y un intercesor. Cuando tú te aproximas a las demás personas, ves las grandes necesidades de cada una, como sucede con las personas que están en el ministerio de Prisiones, que ven las grandes necesidades de los presos y ¿qué pueden hacer ante tantas personas y tan grandes necesidades? Lo primero y más necesario es atraer a esta gente a Jesús. Eso es intercesión. Llevar esas personas a Jesús es testimonio y servicio.
Aunque nosotros tuviéramos todas las necesidades cubiertas, aunque fuera todo maravilloso en nuestra familia, aunque estuviésemos sanos y fuéramos libres, aún así, Dios nos seguiría llamando para que hiciéramos intercesión. Porque la persona que abre su corazón a Dios, la persona que siente el amor de Dios a ella, sentirá más profundamente las necesidades de las demás personas. Así, cuanto más crezcamos en el amor de Dios, más intercesión querremos hacer.
LOS INTERCESORES MÁS PODEROSOS
Sabemos, a través de las Escrituras, que los intercesores más poderosos eran los mejores amigos de Dios. Los que le conocían tal como es. Quiero que conozcáis esto muy fuertemente. Para ser intercesor hay que conocer realmente a Dios, como él es y no como lo imaginamos. Si tú crees que Dios es inmenso, que está allá en lo alto, que es un juez y puede traerte un mal, te acercarás a él con gran miedo y angustia, como si tuvieras que forzarle, retorcerle el brazo para que haga lo bueno que tú quieres que haga. Pero si conoces a Dios tal como es, si eres amigo suyo, entonces te acercarás a él sabiendo lo bueno que es, su gran misericordia para con nosotros. Está esperando para demostrarnos esa misericordia.
En vuestro tiempo de oración leed el salmo 103: "Bendice a Yahveh, alma mía, del fondo de mi ser, su santo nombre... Manifestó sus caminos a Moisés, a los hijos de Israel sus hazañas. Clemente y compasivo es el Señor, tardo a la cólera y lleno de amor".
MOISÉS
En el Antiguo Testamento, al leer la historia de Moisés, vemos que cuando los israelitas estaban luchando, mientras él mantenía sus brazos en alto vencían. ¿Qué estaba haciendo? Como amigo de Dios estaba haciendo intercesión. Cuando comenzó a cansarse y caían sus manos, el pueblo era derrotado por el enemigo. Entonces, al ver que era tan importante su intercesión, le dieron una roca para que se sentase y Aarón por un lado y Jur por otro, le sostenían las manos para que no se le cayeran (Ex 17,8 ss).
Dios está buscando hombres y mujeres en todo el mundo, ansiosos de ser como Moisés, ansiosos de mantener sus brazos en alto, intercediendo por el pueblo. Que no los venza el cansancio y el aburrimiento y que no dejen que sus manos se caigan, sino que sigan haciendo intercesión. Y hasta procuren que otras personas vengan a ayudarles a hacer intercesión.
¿No veis que es una gran ayuda cuando decís a vuestros hermanos: ayudadme y rezad por esta intención? Tú, sé como Aarón y Jur para mí. ¡Por favor! ayudadme a mantener mis brazos en alto por esta intención hasta que el Señor responda. Casi todos nos cansamos, sobre todo con esas intenciones que tenemos más cerca de nuestro corazón. Nos cuesta mucho comprender por qué el Señor tarda tanto en responder. El no se retrasa voluntariamente, porque es siempre bueno y amoroso. Su tiempo siempre es perfecto. Pero, a veces, es necesario que ocurra algo en lo profundo de nuestro ser, mientras esperamos su respuesta. Y la gente por la que estamos rezando también necesita que ocurra algo en ella. Y... va pasando el tiempo para que eso suceda.
Cuando pensamos que el Señor se está retrasando demasiado, El sabe lo que está haciendo. Su sabiduría es infinita.
He llegado a comprender que no quiere hacer una cosa pequeñita. Como es Dios, siempre quiere hacer grandes cosas. Quiere responder a nuestra oración que, a menudo, es muy limitada. Quiere hacer una cosa mayor y quiere traer más gracias a más y más gente. Cuando en una familia alguien está rezando por la sanación de una persona amada, empiezan a pedir a los amigos, hermanos, primos..., a toda la gente que haya su alrededor. ¡Por favor! intercede por esta persona. Y cuanto más gente entre en esta intercesión, más gente habrá con su corazón dilatado por el amor. Es como cuando se ve a un niño pequeño que está sufriendo. Con frecuencia, el Señor está dando gracias a todos los que están intercediendo por esa persona, por ese niño. La gracia de la paciencia en el propio sufrimiento, de admiración por la paciencia que tienen los padres o los familiares del enfermo. En ese tiempo de intercesión ¿no une el Señor a tantas familias que estaban disgregadas? Porque en ese momento las cosas que antes desunían a la familia, ya no son importantes. Si había dos mujeres que antes discutían por unas porcelanas, eso ya no tiene importancia. Es como cuando todos se unen al ver una persona muriendo.
Como veis, cuanto más gente se acerca a la intercesión, más actúa Dios y probablemente, se producirá una sanación muchísimo mayor que esa pequeñita que teníamos en nuestra mente. Además, cuando la respuesta a nuestra oración llega, todas esas personas pueden dar gracias a Dios.
ESTER, IMAGEN DE MARÍA
Me encanta la imagen de Ester que vemos en el Antiguo Testamento. Conocemos la historia. Amán quería destruir a los judíos, cautivos de los persas, porque Mardoqueo, fiel a sus creencias, no quería postrarse ante él, y Ester, la sobrina de Mardoqueo, había sido elegida por el rey Asuero, que la coronó como esposa.
Mardoqueo acudió a su sobrina y le pidió que intercediera por el pueblo de Israel. Ester podía perder su vida si entraba en la presencia del rey sin que él la hubiera llamado. Pero por el amor que tenía a su pueblo, estaba decidida a perder su vida. Hizo lo que hacen todos los intercesores. Se humilló ante Dios, hizo penitencia para asegurarse de que su corazón estaba a bien con Dios, y no había ningún obstáculo para que su corazón fuese escuchado. Después de orar se vistió con sus mejores galas y llena de "espléndida belleza" fue a la presencia del rey. Asuero la recibe y le dice: aunque sea la mitad de mi reino, yo te lo daré.
La intercesión que hizo por su pueblo fue tan efectiva, que todos se salvaron y Amán que quería destruir a los judíos fue castigado por el rey.
La imagen de Ester es la imagen de un intercesor. Y lo es también la de Nuestra Señora, porque Ella es la Reina que viene ante el Rey y escucha estas palabras: "Cualquier cosa que me pidas te la concederé". Ese es el poder de un intercesor y el poder de esa gran intercesora que es María. Una buena enseñanza para todos nosotros que debemos aprender intercesión.
En el Antiguo Testamento (Crónicas, 7) hay un pasaje muy importante. A nosotros, que vivimos en Estados Unidos, se nos ha recordado mucho este pasaje, especialmente porque vemos que nuestro país se está volviendo cada vez más sombrío.
Hace dos fines de semana, en la ciudad de Nueva Orleans, hubo nueve asesinatos. Una gran desesperación, una gran confusión, grandes luchas entre las distintas razas, odio entre hombre y mujer, muchísimos matrimonios rotos y una terrible soledad. Ante este panorama, como pueblo de Dios, decimos ¿pero qué podemos hacer nosotros ante males tan tremendos? Y el Señor nos ha llevado a este pasaje de Crónicas, 7. Dios dice: "Si mi pueblo, sobre el cual es invocado mi nombre, se humilla orando y buscando mi rostro y se vuelven de esos malos caminos, yo les escucharé desde el cielo, perdonaré sus pecados y revivirá su país.
CONDICIONES DE LA INTERCESIÓN
Entendamos ésto: El Señor dice: Quiero a mi propio pueblo. Los que conocen mi nombre, quiero que se humillen para orar, para alejarse del pecado. Quiero el arrepentimiento de mi pueblo y entonces oiré sus oraciones y tendré misericordia de vuestro país. Cuando hacemos intercesión, dice el Señor, no deberíamos ir a la oración criticando a otras personas. Si oramos así: "Señor, tú ves qué malos son todos los demás, están llenos de avaricia, de hechos perversos... y yo, que soy tan puro y santo, vengo en su nombre...". El Señor no escucha esas oraciones. Sus oídos están totalmente cerrados a esa oración. ¿Sabéis por qué? Dios resiste a los orgullosos, se pone en contra nuestra si somos orgullosos.
Y os tengo que decir ésto porque estáis esta noche conmigo aquí en la iglesia. No escucha a la gente que es orgullosa. Y ésta es la tentación que podemos tener cuando venimos a este tipo de enseñanzas: darnos la enhorabuena a nosotros mismos. Decimos: yo no soy como los demás... Ah, yo soy buenísimo con mi familia, yo rezo, yo doy dinero a la Iglesia, trabajo en un ministerio y además soy un cristiano buenísimo. Al Señor eso no le impresiona nada en absoluto. Quizás eres todas esas cosas que dices, pero no tienes que decírselo a Dios en tu oración.
LA HUMILDAD
Cuando nos ponemos ante Él en cualquier momento de oración, pero especialmente en la intercesión, la actitud que debemos tener siempre es de humildad. El Señor encuentra que la humildad es irresistible. El Señor ve que el arrepentimiento es irresistible para Él. Los grandes intercesores, los grandes amigos de Dios, son los humildes. Pienso en San Francisco de Asís. Él podía decir: "soy un gusano, ni siquiera soy un hombre". Y lo decía en serio, porque ante la faz de Dios que es tan grande y tan santo, ninguna carne humana puede ser nada. En la Escritura se nos dice que la grandeza del hombre es como basura, como tierra ante Dios. Y San Francisco que sabía de su nada y era muy humilde, era un intercesor poderosísimo. Esto es una lección para nosotros.
COMUNIDAD DE FE
En los Evangelios encontramos otra lección de intercesión. Pensad en el paralítico que tenía cuatro amigos que le llevaron a Jesús. Nos dice el evangelio que, viendo su fe, Jesús sanó al hombre. Fijaos en lo que estos hombres hicieron para llevar al paralítico a Jesús. No dejaron que ningún obstáculo los detuviese. No podían entrar en la casa porque estaba demasiado llena. Hicieron un agujero en el techo y por allí le bajaron. Esto supone mucho trabajo. Ninguno de ellos podía hacerlo solo, tuvo que ser un grupo de hombres los que le bajasen a los pies de Jesús.
¿Cómo hacemos intercesión? Con frecuencia se forman pequeños grupos para hacer oración de intercesión. No hace falta que sean muchas personas.
El don de intercesión es un don que muy poca gente acoge. Se ofrece a todos nosotros, pero muy pocos estamos dispuestos a pagar su precio, porque es un ministerio muy escondido. No hay mucha gloria, ni tampoco espectáculo en la intercesión. Pero aunque sólo sean dos personas las que se reúnen para orar a Jesús, hay intercesión. Lo que estas personas, aunque sean dos, tres o cuatro, pongan a los pies de Jesús, Jesús lo verá. Pensad esto.
Hay muchas casas donde hay gente mayor que no puede hacer otros trabajos. Considerad el poder de intercesión de esas personas. Necesitamos pedir intercesión a las personas mayores y enfermas. Además, casi todos los hombres y mujeres trabajan y si en el trabajo encuentran solamente una persona que ore con ellos, antes del trabajo, a la hora de comer, al final del trabajo, durante el viaje al trabajo, aunque sólo sea una persona, podéis ser como los amigos del paralítico que lo pusieron a los pies de Jesús. Y Jesús actuará. El no puede resistirse a esta fe que nosotros le llevamos. Cuando dos o más de nosotros oramos por ésto, hay un gran poder.
ORAR POR LOS NUESTROS
Todos somos miembros de familias. Todo el mundo que está fuertemente tocado por el amor del Señor quiere compartir este amor con su familia. Pero no todos en la familia creen como ellos creen. Entonces, pedid a un amigo vuestro que ore con vosotros para la conversión de vuestra familia. Y aunque sólo encontréis a un miembro de vuestra familia que quiera orar con vosotros, hacedlo. Tal vez viva en la misma casa, o quizás viva en otra ciudad, en otro país, pero que esté de acuerdo en orar para interceder por vuestra familia.
Hace poco, una de mis cuñadas que vive en otro Estado, me llamó por teléfono; yo soy católica y ella es protestante, pero las dos amamos a Jesús. No podemos rezar el rosario juntas pero podemos estar de acuerdo en la oración, porque amamos a Jesús. Estábamos compartiendo la preocupación por otra cuñada nuestra que tenía cáncer y hace poco se había divorciado por segunda vez. En su felicitación de Navidad me escribió una nota muy triste: "Estoy trabajando muchas horas, pero no me importa, porque no tengo ninguna otra cosa que hacer". No tiene hijos, no tiene marido, está viendo que va a perder su casa y ha estado gravemente enferma. Mi cuñada protestante y yo nos pusimos de acuerdo por teléfono para orar por ella. Yo sé que el Señor escuchará nuestra oración. En mi propia familia, con mi madre, mi padre, mis hermanos y hermanas, quizás hace como diez años, empezamos una campaña de intercesión. En un trozo de papel escribí los días de la semana. En el domingo puse: acción de gracias. Y en los demás días el nombre de un miembro de mi familia y se lo mandé a ellos, que viven por todos los Estados Unidos y les dije: si vosotros queréis, escribid una intención por la que queráis que oremos todos. Casi todos escribieron dos o tres intenciones especiales. Y en la parte de abajo de la hoja puse este versículo: "Pedid y recibiréis, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá".
Mi madre, hace pocos meses, me recordaba: piensa en todas las intenciones por las que hemos orado; Dios nos ha respondido a todas ellas. Ahora estamos pensando hacer una nueva lista con nuevas intenciones.
BAJO LA GUIA DEL ESPÍRITU
Quizás esto no funcione en vuestra familia, en vuestro ministerio, pero podéis pedir al Espíritu Santo que os muestre, que os enseñe cómo podéis hacer intercesión por las demás personas. Mencioné el teléfono. Tengo una amiga con un hijo enfermo y por este motivo no podía salir de casa, pero todos los días llamaba a otra amiga suya y oraban juntas por teléfono. No tenían la libertad de salir de su casa para orar juntas pero usando el teléfono, oraban por sus intenciones y compartían la intercesión. Pregunta al Espíritu Santo cómo puedes hacer ésto.
Leí una cosa muy interesante sobre la intercesión de una mujer que se llamaba Corrie Ten Boom: "El demonio se ríe cuando hacemos planes, y se sonríe cuando trabajamos demasiado, pero el diablo tiembla cuando oramos, especialmente cuando oramos juntos".
El gran problema de muchas personas es que se ocupan de tantas cosas, que trabajan demasiado para poder orar. Y es una pena. Si estás tan ocupado que no puedes rezar, examina tu vida, organízate bien. Muchas personas se hicieron santas siendo intercesores.
LA PERSEVERANCIA
El ejemplo más grande que viene a mí mente es la madre de San Agustín, Santa Mónica. ¿No creéis que en los años en que hizo intercesión dudaría algunas veces de la misericordia de Dios? Cuando ella oraba con tanto fervor para que su hijo no se marchase y se marchó, Dios le dijo no a la oración de ese día en particular para, al final decir, sí a su oración diaria.
A veces el Señor permite que las personas por las que rezamos se alejen cada vez más y sufren en sus corazones, y nosotros también al ver que esto ocurre. Pero el Señor nos está mirando y quiere que perseveremos tal y como nos dijo en el evangelio: "Perseverad sin desfallecer". El oirá nuestras oraciones y responderá.
El rosario es una oración muy poderosa para la intercesión. Sabéis que es cierto. Recuerdo una tía mía, que era mayor y siempre estaba con el rosario en sus manos. Yo le decía, reza por mí, reza por mí. Era muy mayor entonces y respondía: Te ayudaré ahora, pero después te ayudaré mucho más. ¿Sabéis de lo que estaba hablando? De la intercesión que haría por mí cuando llegara al cielo. Esta es una forma muy poderosa que nosotros los católicos tenemos para hacer intercesión: pedir a los santos y especialmente a la Virgen Santísima para que intercedan por nosotros.
LA ORACIÓN EN LENGUAS
Uno de los preciosos dones que hemos recibido en la Renovación carismática es el don de lenguas. En el don de lenguas alabamos a Dios. Cuando nosotros no comprendemos el por qué tenemos que orar, podemos hacer intercesión en lenguas. Esto lo he experimentado en mi propia familia. Una noche me desperté con un gran peso y con la sensación de que tenía que orar por algo muy importante. No tenía idea por lo que debía orar, pero era tal el peso que sentía, que me arrodillé al lado de mi cama y empecé a orar en lenguas. Después de un rato de oración se me quitó ese peso de encima y me fui a dormir. Al día siguiente me enteré que, a la misma hora en que yo sentí eso, mi familia había tenido un accidente terrible de tráfico y el policía que lo vio dijo: fue un milagro que no se mataran. Dios me llamó para interceder por mi familia cuando no tenía idea de lo que pasaba, y fue el momento en que yo intercedí con el don de lenguas.
LA MISA Y EL NOMBRE DE JESÚS
En la intercesión usad el nombre de Jesús. Pedid que la sangre de Jesús cubra a las personas en vuestra oración. Y claro, durante la Misa, es el momento de entrar en la gran intercesión de Jesús. Esto es lo más importante. Cuando miramos a nuestro alrededor, podemos levantar nuestras manos. Cuando vemos que los problemas son tan grandes, levantamos las manos. Dios nos dice: no levantéis las manos con desesperación. Haced como Abraham, como Moisés, como Ester, como María y Jesús, levantad vuestras manos en intercesión y Dios oirá y responderá a vuestra oración. Amén. .
("Nuevo Pentecostés, nº 37)