P. José Mª Baz, s.j.
"Discernir" no es decidir. El discernimiento puede preparar una decisión, pero no la incluye jamás. Es anterior a la decisión.
En la Escritura "discernir" traduce dos realidades próximas y complementarias:
a) poner a prueba, examinar, estimar, sopesar. Así aparece en Lc. 14, 19:"Acabo de comprar cinco bueyes y voy a probarlos". 2Cor. 8, 8:
"No os digo esto como una orden, sino para que, a la vista de la solicitud de los demás, pueda yo comprobar la autenticidad de vuestro amor". Esto nos indica que el discernimiento se da en el seno de una situación que permite manifestarse en sus efectos lo que está todavía oculto.
b) separar, elegir. Es el arte de juzgar. Así aparece en Mt. 16, 23: "Por la tarde decís:
Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojizo". "Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no los signos de los tiempos".
En el Nuevo Testamento son abundantes las exhortaciones a que ejercitemos el discernimiento y los campos indicados para ejercitarlo:
el estado de la propia conciencia ( 1 Cor. 11,28-29);
las manifestaciones carismáticas o pro/éticas de la comunidad (1Tes. 5,21),
los signos de los tiempos (Mt. 16,3; Lc. 12,56);
la vida corriente en su mezcla de obras de la luz y obras de las tinieblas (Ef. 5,10; Rom. 12, 2);
el discernir el mal espíritu que se esconde en las doctrinas de algunos pseudoprofetas (1Jn. 4, 1; 2Cor. 11, 1315; Mt. 7,15-20);
la propia situación a la luz de Dios (Gal. 6,3-4);
saber lo que es mejor(Flp.l,9-10).
En resumen, se nos exhorta a que comprobemos lo que es la verdadera voluntad de Dios: qué debemos hacer o evitar, qué doctrina o dirección aceptar, qué inclinaciones debemos seguir y cuál no.
* Discernimiento espiritual y discernimiento de espíritus. Parecen la misma cosa y propiamente no lo son. "Discernimiento espiritual"' es si actúa a nivel del espíritu, es decir, con la facultad sobrenatural y los dones del Espíritu Santo.
"Discernimiento de espíritus"' si se aplica a distinguir los movimientos o inspiraciones internas del hombre intentando descubrir su origen y la conducta que hay que seguir en consecuencia para agradar a Dios.
Por tanto, el discernimiento espiritual sólo puede ser usado por el hombre espiritual, y cuanto mayor sea la docilidad de la persona al Espíritu de Dios, tanto mejor será su discernimiento. Así lo expresa Pablo en Flp.l,9-11.
* Diferentes tipos de discernimiento. No hay más que un discernimiento, porque no hay más que un Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu el que está en el sentido común,
el que inspira la doctrina de la Iglesia y se deja percibir en las "mociones" que sentimos en lo más íntimo de nuestra afectividad o de nuestra inteligencia. De ahí que podemos señalar con el P. Tardif tres tipos de discernimiento:
I. Discernimiento natural. Se vive gracias al sentido común, iluminado por la fe, dinamizado por la esperanza, orientado por el amor. Es el sentido común de los cristianos, es la sabiduría del pueblo de Dios. Este sentido común tiene en cuenta la personalidad de cada uno, su temperamento.
2. Discernimiento doctrinal. Es una preparación mas o menos intuitiva de la conformidad con la revelación de Jesucristo. "Siento" el acuerdo profundo con la Escritura, la enseñanza de los PP. y la doctrina de la Iglesia. Se afina a medida que progresa la familiaridad con la Escritura y el conocimiento de la Tradición.
3. Discernimiento carismático. Aquí la presencia del Espíritu impregna de paz, quema el corazón, que se ve desbordante de alegría, de compasión, totalmente descentrado de sí y vuelto irresistiblemente hacia el Señor y hacia los otros. Ni reflexión sabia, ni intuición afectiva sabrían justificar este discernimiento que me invade de súbito y sé que viene de Dios. Me permite dar las "palabras de conocimiento", esas pequeñas "revelaciones" inexplicables humanamente que me hacen decir lo que Dios está a punto de hacer en otro.
* Carisma de discernimiento. Hay un "arte de discernir" cuando la experiencia me permite descubrir los espíritus; pero también existe un 'carisma" que se da para la construcción de las personas y de la comunidad. Este carisma exige siempre los tres discernimientos de los que hemos hablado más arriba, porque el único Espíritu se manifiesta presente en los tres caminos que nos permiten "sentir" que allí está el bien.
Podríamos definirlo como un conocimiento que procede directamente del Espíritu Santo. Es como una luz que ilumina la inteligencia de tal modo que no puede dudar del origen y de la finalidad divina o no de los pensamientos, impulsos, experiencias o acciones de una persona o grupo. Es como dice el P. Monleón: "una mirada que nos da el Espíritu Santo y que ve en una persona o situación la llamada a una intervención del Señor: discernimiento de una vocación, de una herida secreta, de una influencia maligna, etc.". Puede ser algo concreto o meramente global. Se ejerce por mociones interiores muy diversas: a) por una percepción clara, como intuitiva, en una mirada; b) por una percepción vaga, en un sentimiento de sintonía.
I. Es un carisma porque es un don gratuito que Dios da a quien quiere y cuando quiere y mientras quiere. Por tanto, no se tiene derecho a él ni, una vez experimentado, puede uno prever que lo continuará teniendo. Todos estamos llamados a discernir, pero no todos a través del carisma. Se podrá hacer a través el arte o ciencia del discernimiento. El carisma es puro don.
2. El carisma de discernimiento es infuso, inmediato, instantáneo. No se apoya en conocimientos anteriores, no es producto de deducciones o relaciones. No se sabe nada sobre un problema o una persona o grupo y, de repente, veo qué está sucediendo en el interior del corazón, qué raíz o qué causa profunda es la que explica tal comportamiento. En el discernimiento "no-carisma" el conocimiento es progresivo, adquirido.
3. El carisma de discernimiento no duda porque el conocimiento viene del Espíritu, no de la razón. Es como una revelación interior que se impone al entendimiento y a la voluntad.
4. Puede adoptar la forma de don de ciencia o de conocimiento. Y sea en una forma u otra el objeto del discernimiento es el mismo: saber, conocer si el origen, la orientación de los que sucede a una persona o grupo, es de Dios o no. Por tanto, el carisma está orientado a discernir el origen divino o no de lo que sucede.
5. Este carisma - como todos los demás - se da para provecho de la Iglesia, no para utilidad del que lo recibe (1 Cor, 12, 7).
DISCERNIMIENTO CARISMÁTICO Y FENÓMENOS FISICOS.
A veces el carisma de discernimiento aparece acompañado de sensaciones físicas: malestar, irritación, calor... El P. Monleón ha estudiado estas circunstancias y las ha evaluado ("L'experience des charismes"):
I. Se dan estos hechos: irritabilidad, calor, etc., aunque no se den en todas las personas que parecen tener este carisma.
2. No se deben identificar estos fenómenos con el carisma, porque hay auténtico carisma en personas que no experimentan estas sensaciones físicas. Pueden ser un signo que se reconoce con la costumbre. Si cuando experimento el carisma, siento que se acompaña con alguno de estos signos (calor, irritabilidad, malestar, etc.) puedo deducir que hay una relación, pero no se exige.
3. Estos fenómenos físicos que son secundarios, no suelen durar siempre. Parece que se dan al comienzo de la aparición del carisma, como si el Señor quisiera educar al que quiere guiarle por estos caminos. Después, tal vez, desaparecen y no por eso hay que pensar que el carisma haya desaparecido.
4. Hay que ser muy prudentes, porque pueden mezclarse con esos signos elementos psicológicos y psíquicos que habría que distinguir de los propios signos dados por Dios sin causa natural.
5. ¿ Tienen explicación natural estos fenómenos físicos? Puede que sí, puesto que no sólo somos espíritu, sino carne. El Espíritu puede producir en nosotros ese conocimiento carismático sin que sea necesario que pase por los sentidos. Lo que sucede es que el Espíritu puede usar los sentidos como ayuda para que tomemos conciencia de lo que sucede en nosotros.
¿ESTE CARISMA ES PERMANENTE?
Parece que no. Ha habido santos que lo han tenido (S. Ignacio, Cura de Ars...), pero no estuvo siempre a su disposición. Dios no acostumbra a multiplicar sin necesidad las gracias excepcionales. Jesús no hizo milagros a petición del publico, ni para asombrar a nadie. Cuando Satanás se lo propuso en tentaciones, Jesús lo rechazó. Se dará cuando el Señor crea que nos es necesario...
Si comparamos este carisma con los demás, con el de profecía, por ejemplo, vemos que el profeta no siempre que habla lo hace como profeta, sino que sólo lo hará cuando el Espíritu Santo se lo comunique. Igual sucede con el carisma de infalibilidad del Papa: no es infalible siempre que habla, sino en condiciones muy precisas: cuando lo hace "ex cátedra", en materia de fe y costumbres. Y esto es muy raro. Por eso cuando alguien manifiesta tener carisma de discernimiento no quiere decir que siempre que opina sobre algo o sobre alguien lo haga en función de este don gratuito del Espíritu.
¿CUÁNDO SE DA EL CARISMA?
I. Cuando el discernimiento ordinario ya no da más de sí. Hemos agotado nuestra ciencia, nuestra experiencia humana y nos sentimos bloqueados.
2. Cuando una persona o un grupo necesita una respuesta inmediata y no sabemos otro modo de llegar a ella. Entonces es posible que el Espíritu Santo se haga presente para llenar esta necesidad.
3. Cuando el Señor lo desee. Él sabe por qué. Su amor no nos dejará en la estacada si Él lo cree necesario.
Por esto el carisma de discernimiento debe ser discernido. Si las demás gracias del Señor deben serlo (visiones, revelaciones, profecías, palabras de conocimiento...) también debemos discernir el discernimiento. Si no lo hacemos tenemos el peligro de ser guiados por iluminados. Todos estamos expuestos al error, la ilusión, ya sea en el uso que hace de sus dones o en las conclusiones que saca de ese don y que ya no son don en sí mismos.
¿CÓMO SE HACE ÉSTE DISCERNIMIENTO?
a) Discernir la autenticidad del mismo carisma. Esto puede exigir a veces tiempo largo, porque hay que dejar que se produzcan los hechos.
b) Discernir los límites del carisma. Hasta aquí sí, después no. Y para eso hay también que esperar y tomarse el tiempo necesario.
c) Discernir el ejercicio del carisma, es decir, cómo lo usa. Puede ser que una persona, al principio, no esté segura de si el carisma recibido lo ha usado e interpretado bien. Si falta experiencia en su uso, hay que saber dudar y esperar a que los hechos confirmen lo que se ha creído ver...
¿QUIÉN HA DE HACER ESTE DISCERNIMIENTO?
No puede hacerlo cualquiera. Una mínima prudencia espiritual aconseja que sea alguien que tenga experiencia en este campo. Generalmente, Dios se sirve de aquellos que conocen la vida espiritual y están dotados de prudencia humana y sobrenatural. El P. Monleón dice que debe hacerlo un grupo de personas, pero que estén unidas por fuertes lazos de caridad. Por supuesto el Obispo o sus delegados que han recibido este don como instrumento de gobierno ordinario en la Iglesia.
Pablo VI, en su discurso a la II Conferencia Internacional de Líderes, en Roma, en 1970, señaló tres principios: a) fidelidad a la doctrina autentica de la Iglesia, b) han de ser recibidos con gratitud porque son "don" y no son para provecho propio sino de la comunidad, c) el más importante: que se ordene al amor, a la caridad.
¿PARA QUÉ SIRVE EL CARISMA DE DISCERNIMIENTO?
Podríamos pensar que está ligado especialmente al ministerio de liberación o al exorcismo. Es verdad que ahí parece tener su puesto más claro. Pero también nos sirve para descubrir qué espíritu actúa en una persona; si una actitud es de Dios; si una oración, una profecía, una enseñanza viene del Espíritu o son puramente humanas. Sobre todo es útil para quienes tienen responsabilidades pastorales (1Jn. 4, 1; Mt. 7, 15-16).
PELI GROS
Supone peligros tanto para el que discierne como para el que es discernido.
A. Para el que discierne:
- apegarse más al don que al autor del don y a la finalidad para la que es concedido.
- orgullo y prestigio personal, como si viniera de sus cualidades y no fuera puro don.
- utilizarlo mal, equivocándose en las conclusiones.
- tomar como luces del Espíritu lo que son deseos, temores o angustias propias.
B. Para el discernido
- andar a caza de lo maravilloso. Hay quienes piensan que este carisma es automático, como una máquina de servir bebidas o tabaco. Se va tras las personas que pueden tenerlo como a un oráculo con apetito insaciable de "noticias espirituales". Podría ser una especie de magia como nos cuentan los Hch. 8, 9-24 de Simón el Mago que quiso comprar a Pedro y Juan el poder de hacer prodigios por la imposición de manos.
- pereza espiritual, infantilismo. En lugar de esforzarse por conocer los caminos de Dios, se buscan soluciones mecánicas, sin poner la ascesis necesaria. Las gracias de los comienzos no son las mismas que las de la madurez. El crecimiento en la vida espiritual requiere silencio, no espectacularidad. Sin la caridad, todo lo demás es nada. (Mt. 7,22-23).
El P. Robert Michel dice que no podemos fundamentar la vida espiritual en cosas externas: profecías, revelaciones, mensajes, etc. El carisma de discernimiento es una ocasión para que interioricemos nuestra vida espiritual y lleguemos al fondo de uno mismo. Sólo así podremos percibir la llamada de Dios.
(Nuevo Pentecostés, nº 38)
"Discernir" no es decidir. El discernimiento puede preparar una decisión, pero no la incluye jamás. Es anterior a la decisión.
En la Escritura "discernir" traduce dos realidades próximas y complementarias:
a) poner a prueba, examinar, estimar, sopesar. Así aparece en Lc. 14, 19:"Acabo de comprar cinco bueyes y voy a probarlos". 2Cor. 8, 8:
"No os digo esto como una orden, sino para que, a la vista de la solicitud de los demás, pueda yo comprobar la autenticidad de vuestro amor". Esto nos indica que el discernimiento se da en el seno de una situación que permite manifestarse en sus efectos lo que está todavía oculto.
b) separar, elegir. Es el arte de juzgar. Así aparece en Mt. 16, 23: "Por la tarde decís:
Va a hacer buen tiempo, porque el cielo está rojizo". "Sabéis discernir el aspecto del cielo, pero no los signos de los tiempos".
En el Nuevo Testamento son abundantes las exhortaciones a que ejercitemos el discernimiento y los campos indicados para ejercitarlo:
el estado de la propia conciencia ( 1 Cor. 11,28-29);
las manifestaciones carismáticas o pro/éticas de la comunidad (1Tes. 5,21),
los signos de los tiempos (Mt. 16,3; Lc. 12,56);
la vida corriente en su mezcla de obras de la luz y obras de las tinieblas (Ef. 5,10; Rom. 12, 2);
el discernir el mal espíritu que se esconde en las doctrinas de algunos pseudoprofetas (1Jn. 4, 1; 2Cor. 11, 1315; Mt. 7,15-20);
la propia situación a la luz de Dios (Gal. 6,3-4);
saber lo que es mejor(Flp.l,9-10).
En resumen, se nos exhorta a que comprobemos lo que es la verdadera voluntad de Dios: qué debemos hacer o evitar, qué doctrina o dirección aceptar, qué inclinaciones debemos seguir y cuál no.
* Discernimiento espiritual y discernimiento de espíritus. Parecen la misma cosa y propiamente no lo son. "Discernimiento espiritual"' es si actúa a nivel del espíritu, es decir, con la facultad sobrenatural y los dones del Espíritu Santo.
"Discernimiento de espíritus"' si se aplica a distinguir los movimientos o inspiraciones internas del hombre intentando descubrir su origen y la conducta que hay que seguir en consecuencia para agradar a Dios.
Por tanto, el discernimiento espiritual sólo puede ser usado por el hombre espiritual, y cuanto mayor sea la docilidad de la persona al Espíritu de Dios, tanto mejor será su discernimiento. Así lo expresa Pablo en Flp.l,9-11.
* Diferentes tipos de discernimiento. No hay más que un discernimiento, porque no hay más que un Espíritu Santo. Es el mismo Espíritu el que está en el sentido común,
el que inspira la doctrina de la Iglesia y se deja percibir en las "mociones" que sentimos en lo más íntimo de nuestra afectividad o de nuestra inteligencia. De ahí que podemos señalar con el P. Tardif tres tipos de discernimiento:
I. Discernimiento natural. Se vive gracias al sentido común, iluminado por la fe, dinamizado por la esperanza, orientado por el amor. Es el sentido común de los cristianos, es la sabiduría del pueblo de Dios. Este sentido común tiene en cuenta la personalidad de cada uno, su temperamento.
2. Discernimiento doctrinal. Es una preparación mas o menos intuitiva de la conformidad con la revelación de Jesucristo. "Siento" el acuerdo profundo con la Escritura, la enseñanza de los PP. y la doctrina de la Iglesia. Se afina a medida que progresa la familiaridad con la Escritura y el conocimiento de la Tradición.
3. Discernimiento carismático. Aquí la presencia del Espíritu impregna de paz, quema el corazón, que se ve desbordante de alegría, de compasión, totalmente descentrado de sí y vuelto irresistiblemente hacia el Señor y hacia los otros. Ni reflexión sabia, ni intuición afectiva sabrían justificar este discernimiento que me invade de súbito y sé que viene de Dios. Me permite dar las "palabras de conocimiento", esas pequeñas "revelaciones" inexplicables humanamente que me hacen decir lo que Dios está a punto de hacer en otro.
* Carisma de discernimiento. Hay un "arte de discernir" cuando la experiencia me permite descubrir los espíritus; pero también existe un 'carisma" que se da para la construcción de las personas y de la comunidad. Este carisma exige siempre los tres discernimientos de los que hemos hablado más arriba, porque el único Espíritu se manifiesta presente en los tres caminos que nos permiten "sentir" que allí está el bien.
Podríamos definirlo como un conocimiento que procede directamente del Espíritu Santo. Es como una luz que ilumina la inteligencia de tal modo que no puede dudar del origen y de la finalidad divina o no de los pensamientos, impulsos, experiencias o acciones de una persona o grupo. Es como dice el P. Monleón: "una mirada que nos da el Espíritu Santo y que ve en una persona o situación la llamada a una intervención del Señor: discernimiento de una vocación, de una herida secreta, de una influencia maligna, etc.". Puede ser algo concreto o meramente global. Se ejerce por mociones interiores muy diversas: a) por una percepción clara, como intuitiva, en una mirada; b) por una percepción vaga, en un sentimiento de sintonía.
I. Es un carisma porque es un don gratuito que Dios da a quien quiere y cuando quiere y mientras quiere. Por tanto, no se tiene derecho a él ni, una vez experimentado, puede uno prever que lo continuará teniendo. Todos estamos llamados a discernir, pero no todos a través del carisma. Se podrá hacer a través el arte o ciencia del discernimiento. El carisma es puro don.
2. El carisma de discernimiento es infuso, inmediato, instantáneo. No se apoya en conocimientos anteriores, no es producto de deducciones o relaciones. No se sabe nada sobre un problema o una persona o grupo y, de repente, veo qué está sucediendo en el interior del corazón, qué raíz o qué causa profunda es la que explica tal comportamiento. En el discernimiento "no-carisma" el conocimiento es progresivo, adquirido.
3. El carisma de discernimiento no duda porque el conocimiento viene del Espíritu, no de la razón. Es como una revelación interior que se impone al entendimiento y a la voluntad.
4. Puede adoptar la forma de don de ciencia o de conocimiento. Y sea en una forma u otra el objeto del discernimiento es el mismo: saber, conocer si el origen, la orientación de los que sucede a una persona o grupo, es de Dios o no. Por tanto, el carisma está orientado a discernir el origen divino o no de lo que sucede.
5. Este carisma - como todos los demás - se da para provecho de la Iglesia, no para utilidad del que lo recibe (1 Cor, 12, 7).
DISCERNIMIENTO CARISMÁTICO Y FENÓMENOS FISICOS.
A veces el carisma de discernimiento aparece acompañado de sensaciones físicas: malestar, irritación, calor... El P. Monleón ha estudiado estas circunstancias y las ha evaluado ("L'experience des charismes"):
I. Se dan estos hechos: irritabilidad, calor, etc., aunque no se den en todas las personas que parecen tener este carisma.
2. No se deben identificar estos fenómenos con el carisma, porque hay auténtico carisma en personas que no experimentan estas sensaciones físicas. Pueden ser un signo que se reconoce con la costumbre. Si cuando experimento el carisma, siento que se acompaña con alguno de estos signos (calor, irritabilidad, malestar, etc.) puedo deducir que hay una relación, pero no se exige.
3. Estos fenómenos físicos que son secundarios, no suelen durar siempre. Parece que se dan al comienzo de la aparición del carisma, como si el Señor quisiera educar al que quiere guiarle por estos caminos. Después, tal vez, desaparecen y no por eso hay que pensar que el carisma haya desaparecido.
4. Hay que ser muy prudentes, porque pueden mezclarse con esos signos elementos psicológicos y psíquicos que habría que distinguir de los propios signos dados por Dios sin causa natural.
5. ¿ Tienen explicación natural estos fenómenos físicos? Puede que sí, puesto que no sólo somos espíritu, sino carne. El Espíritu puede producir en nosotros ese conocimiento carismático sin que sea necesario que pase por los sentidos. Lo que sucede es que el Espíritu puede usar los sentidos como ayuda para que tomemos conciencia de lo que sucede en nosotros.
¿ESTE CARISMA ES PERMANENTE?
Parece que no. Ha habido santos que lo han tenido (S. Ignacio, Cura de Ars...), pero no estuvo siempre a su disposición. Dios no acostumbra a multiplicar sin necesidad las gracias excepcionales. Jesús no hizo milagros a petición del publico, ni para asombrar a nadie. Cuando Satanás se lo propuso en tentaciones, Jesús lo rechazó. Se dará cuando el Señor crea que nos es necesario...
Si comparamos este carisma con los demás, con el de profecía, por ejemplo, vemos que el profeta no siempre que habla lo hace como profeta, sino que sólo lo hará cuando el Espíritu Santo se lo comunique. Igual sucede con el carisma de infalibilidad del Papa: no es infalible siempre que habla, sino en condiciones muy precisas: cuando lo hace "ex cátedra", en materia de fe y costumbres. Y esto es muy raro. Por eso cuando alguien manifiesta tener carisma de discernimiento no quiere decir que siempre que opina sobre algo o sobre alguien lo haga en función de este don gratuito del Espíritu.
¿CUÁNDO SE DA EL CARISMA?
I. Cuando el discernimiento ordinario ya no da más de sí. Hemos agotado nuestra ciencia, nuestra experiencia humana y nos sentimos bloqueados.
2. Cuando una persona o un grupo necesita una respuesta inmediata y no sabemos otro modo de llegar a ella. Entonces es posible que el Espíritu Santo se haga presente para llenar esta necesidad.
3. Cuando el Señor lo desee. Él sabe por qué. Su amor no nos dejará en la estacada si Él lo cree necesario.
Por esto el carisma de discernimiento debe ser discernido. Si las demás gracias del Señor deben serlo (visiones, revelaciones, profecías, palabras de conocimiento...) también debemos discernir el discernimiento. Si no lo hacemos tenemos el peligro de ser guiados por iluminados. Todos estamos expuestos al error, la ilusión, ya sea en el uso que hace de sus dones o en las conclusiones que saca de ese don y que ya no son don en sí mismos.
¿CÓMO SE HACE ÉSTE DISCERNIMIENTO?
a) Discernir la autenticidad del mismo carisma. Esto puede exigir a veces tiempo largo, porque hay que dejar que se produzcan los hechos.
b) Discernir los límites del carisma. Hasta aquí sí, después no. Y para eso hay también que esperar y tomarse el tiempo necesario.
c) Discernir el ejercicio del carisma, es decir, cómo lo usa. Puede ser que una persona, al principio, no esté segura de si el carisma recibido lo ha usado e interpretado bien. Si falta experiencia en su uso, hay que saber dudar y esperar a que los hechos confirmen lo que se ha creído ver...
¿QUIÉN HA DE HACER ESTE DISCERNIMIENTO?
No puede hacerlo cualquiera. Una mínima prudencia espiritual aconseja que sea alguien que tenga experiencia en este campo. Generalmente, Dios se sirve de aquellos que conocen la vida espiritual y están dotados de prudencia humana y sobrenatural. El P. Monleón dice que debe hacerlo un grupo de personas, pero que estén unidas por fuertes lazos de caridad. Por supuesto el Obispo o sus delegados que han recibido este don como instrumento de gobierno ordinario en la Iglesia.
Pablo VI, en su discurso a la II Conferencia Internacional de Líderes, en Roma, en 1970, señaló tres principios: a) fidelidad a la doctrina autentica de la Iglesia, b) han de ser recibidos con gratitud porque son "don" y no son para provecho propio sino de la comunidad, c) el más importante: que se ordene al amor, a la caridad.
¿PARA QUÉ SIRVE EL CARISMA DE DISCERNIMIENTO?
Podríamos pensar que está ligado especialmente al ministerio de liberación o al exorcismo. Es verdad que ahí parece tener su puesto más claro. Pero también nos sirve para descubrir qué espíritu actúa en una persona; si una actitud es de Dios; si una oración, una profecía, una enseñanza viene del Espíritu o son puramente humanas. Sobre todo es útil para quienes tienen responsabilidades pastorales (1Jn. 4, 1; Mt. 7, 15-16).
PELI GROS
Supone peligros tanto para el que discierne como para el que es discernido.
A. Para el que discierne:
- apegarse más al don que al autor del don y a la finalidad para la que es concedido.
- orgullo y prestigio personal, como si viniera de sus cualidades y no fuera puro don.
- utilizarlo mal, equivocándose en las conclusiones.
- tomar como luces del Espíritu lo que son deseos, temores o angustias propias.
B. Para el discernido
- andar a caza de lo maravilloso. Hay quienes piensan que este carisma es automático, como una máquina de servir bebidas o tabaco. Se va tras las personas que pueden tenerlo como a un oráculo con apetito insaciable de "noticias espirituales". Podría ser una especie de magia como nos cuentan los Hch. 8, 9-24 de Simón el Mago que quiso comprar a Pedro y Juan el poder de hacer prodigios por la imposición de manos.
- pereza espiritual, infantilismo. En lugar de esforzarse por conocer los caminos de Dios, se buscan soluciones mecánicas, sin poner la ascesis necesaria. Las gracias de los comienzos no son las mismas que las de la madurez. El crecimiento en la vida espiritual requiere silencio, no espectacularidad. Sin la caridad, todo lo demás es nada. (Mt. 7,22-23).
El P. Robert Michel dice que no podemos fundamentar la vida espiritual en cosas externas: profecías, revelaciones, mensajes, etc. El carisma de discernimiento es una ocasión para que interioricemos nuestra vida espiritual y lleguemos al fondo de uno mismo. Sólo así podremos percibir la llamada de Dios.
(Nuevo Pentecostés, nº 38)