MES DE MAYO DEL 2003.
En el mes de marzo, presentamos una enseñanza sobre "SANACIÓN DE LOS MORIBUNDOS" partiendo de las siete Palabras que Jesús pronunció, moribundo, clavado en la cruz. Estas siete Palabras daban pie a una sanación completa de toda persona que está en los momentos últimos de su vida.
Pero en la Iglesia, tenemos además un Sacramento que puede recibir todo fiel cristiano, estando en una enfermedad grave. Todos los sacramentos son fuentes de sanación en una etapa de nuestra vida y el sacramento, en particular, de la Unción de los enfermos, está dirigido especialmente para sanar tanto las enfermedades físicas como espirituales; es un sacramento para vivir.
Creemos necesario darlo a conocer como sacramento y como fuente de sanación integral del hombre, y al mismo tiempo para clarificar la idea errónea que durante mucho tiempo se le daba, de ser el sacramento para la hora de la muerte, cuando ya no hay nada que hacer; cuantas personas y familiares no permitían que el enfermo recibiese este sacramento porque era señal de muerte, y no había que asustar al enfermo.
HISTORIA DEL SACRAMENTO.
Durante los primeros nueve siglos se habla indistintamente del carisma de curaciones y de unción. Los cristianos reconocen ciertos efectos corporales y espirituales que producen este sacramento. En este período no se ve la relación que existe entre unción y muerte.
A partir del siglo décimo se considera al sacramento como la última gracia que otorga la Iglesia a los cristianos antes de partir de este mundo. Esta práctica influye en los teólogos que recomendaban la recepción de los sacramentos a última hora, cuando ya no existía la posibilidad de cometer la más mínima falta. Por ello, a partir del siglo doce comienza a llamársela "Sacramento de la Extremaunción", por ser la última de las unciones que imparte la Iglesia.
Esta mentalidad creada en torno a este sacramento hizo que los cristianos lo olvidaran en la práctica y no valoraran su recepción.
Será en el siglo dieciséis, con el Concilio de Trento, que se vuelve hacia la tradición de los primeros siglos, reconociendo que el sacramento era: "Para que la fe salve al enfermo; para que el Señor lo alivie y para que se le perdonen los pecados." Ya no se le considera como sacramento de los moribundos.
El Concilio Vaticano II recoge la doctrina del Concilio de Trento e introduce algunas modificaciones accidentales: "Se prefiere llamarlo Unción de los enfermos".
Una de las últimas reformas que ha vivido el sacramento, ha sido con la Constitución Apostólica firmada por Pablo VI, en 1972. Por su importancia, la vamos a reproducir.
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA "SACRAM UNCTIONEM INFIRMORUM".
"La Sagrada Unción de los enfermos, tal como lo reconoce y enseña la Iglesia católica, es uno de los siete sacramentos del Nuevo Testamento, instituido por Jesucristo nuestro Señor "esbozado ya en el Evangelio de Marcos (Mc. 6,13), recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago, hermano del Señor:
¿Está enfermo alguno entre vosotros? Mande llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo aliviará y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados: Stg. 5, 14-1 5. (Concilio de Trento. Sesión 14).
Testimonios sobre la Unción de los enfermos se encuentran desde tiempos antiguos en la Tradición de la Iglesia, especialmente en la Liturgia, tanto en oriente como en occidente. En este sentido se pueden recordar de manera particular la carta de nuestro predecesor Inocencio I a Decio, obispo de Gubbio y el texto de la venerable oración usada para bendecir el óleo de los enfermos: "Envía, Señor, tu Espíritu Santo Paráclito", que fue introducido en la plegaria eucarística y se conserva aún en el Pontifical Romano.
A lo largo de los siglos se fueron determinando en la tradición litúrgica con mayor precisión, aunque no de modo uniforme, las partes del cuerpo del enfermo que debían ser ungidas con el santo óleo y se fueron añadiendo distintas fórmulas para acompañar las unciones con la oración, tal como se encuentran en los libros rituales de las diversas iglesias. Sin embargo, en la Iglesia Romana prevaleció desde la edad media la costumbre de ungir a los enfermos en los órganos de los sentidos, usando la fórmula: "Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te perdone el Señor todos los pecados que has cometido" adaptada a cada uno de los sentidos.
La doctrina acerca de la santa Unción se expone también en los documentos de los Concilios ecuménicos, a saber, el Concilio de Florencia, sobre todo el de Trento y el Vaticano II..
El Concilio de Florencia describió los elementos esenciales de la Unción de los enfermos, el Concilio de Trento declaró su institución divina y examinó a fondo todo lo que se dice en la carta de Santiago acerca de la Santa Unción, especialmente lo que se refiere a la realidad y a los efectos del sacramento: "tal realidad es la gracia del Espíritu Santo, cuya unción limpia los pecados, si es que aún quedan algunos por expiar, y las reliquias del pecado, alivia y conforta el alma del enfermo, suscitando en él gran confianza en la divina misericordia, con lo cual el enfermo, confortado de este modo, sobrelleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste más fácilmente las tentaciones del demonio "que le acechan al calcañar" (Gen. 3, 15) y consigue tal vez la salud del cuerpo si fuera conveniente a la salud del alma". El mismo santo Sínodo proclamó además que las palabras del apóstol indican con bastante claridad que "esta unción se ha de administrar a los enfermos y, sobre todo, a aquellos que se encuentran en tan grave peligro que parecen estar ya en fin de vida, por lo cual es también llamado sacramento de los moribundos". Finalmente, por lo que se refiere al ministropropio declaró que éste es el presbítero.
Por su parte el Concilio Vaticano II ha dicho ulteriormente: "La Extremaunción" que puede llamarse también y más propiamente "Unción de los enfermos", no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza a estar en peligro de muerte por enfermedad o por vejez". Por lo demás, que el uso de este sacramento sea motivo de solicitud para toda la Iglesia, lo demuestran estas palabras: "Con la sagrada Unción de los enfermos y la oración de los presbíteros, toda la Iglesia encomienda los enfermos al Señor paciente y glorioso, para que los alivie y los salve (Stg. 5, 14-16), e incluso los exhorta a que, asociándose voluntariamente a la pasión y a la muerte de Cristo (Am 8, 17; Col. 1,24; 2 Tim 2, 11-12), contribuyan así al bien del pueblo de Dios".
Todos estos elementos debían tenerse muy en cuenta al revisar el rito de la santa Unción, con el fin de que lo susceptible de ser cambiado se adapte mejor a las condiciones de los tiempos actuales.
Hemos pensado, pues cambiar la fórmula sacramental de manera que, haciendo referencia a las palabras de Santiago, se expresen más claramente los efectos sacramentales.
Como por otra parte el aceite de oliva, prescrito hasta el presente para la validez del sacramento, falta totalmente en algunas regiones o es difícil de conseguirlo, hemos establecido, a petición de numerosos obispos, que en adelante pueda ser utilizado también, según las circunstancias, otro tipo de aceite, con tal de que sea obtenido de plantas, ya que éste se asemeja más al aceite de oliva.
En cuanto al número de unciones y a los miembros que deben ser ungidos, hemos creído oportuno proceder a una simplificación del rito actual.
Por lo cual, dado que esta revisión atañe a ciertos aspectos, al mismo rito sacramental, establecemos con nuestra autoridad apostólica que en adelante se observe en el rito latino como sigue:
El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva o, según las circunstancias, con otro aceite de plantas debidamente bendecido, y pronunciando una sola vez estas palabras:
"Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. R/. Amén. Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad. R/. Amén."
Sin embargo, en caso de necesidad, es suficiente hacer una sola unción en la frente o por razón de las particulares condiciones del enfermo, en otra parte más apropiada del cuerpo, pronunciando íntegramente la fórmula.
Este sacramento puede ser repetido, si el enfermo que ha recibido la Unción se ha restablecido y después ha recaído de nuevo en la enfermedad, o también durante la misma enfermedad si el peligro se hace más serio.
......................................................
Dado en Roma, junto a San Pedro, el 30 de noviembre de 1972. Año X de nuestro Pontificado. Paulus PP VI".
Es bueno, también, meditar sobre la actual bendición del óleo para la administración del Sacramento de la Unción, que emplea el Obispo durante la misa Crismal. Nos da luz sobre el verdadero sentido de este sacramento, lo cual nos mostrará la necesidad e importancia del mismo.
OREMOS:
"Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito sobre este óleo.
Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestras fuerzas, enriquece con tu bendición este óleo, para que cuantos sean ungidos con él, sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros, óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor que vive y reina por los siglos de los siglos." Amén.
ASPECTOS PRINCIPALES DEL SACRAMENTO.
Queremos resaltar algunos aspectos del sacramento, conforme al nuevo ritual.
El sacramento mira al hombre integral. Dios quiere la salud completa del hombre y en este sacramento, al mismo tiempo que confiere la gracia, perdona los pecados y da fuerza en las tentaciones, se pide al Señor que experimenten en su cuerpo, alivio en sus enfermedades y dolores.
Se ve claro con lo que antecede, que el sacramento no es de moribundos. Es un sacramento para vivir; para que el hombre, al mismo tiempo que recupera la gracia, recupere la salud y pueda servir al Señor con alegría. Si muchos de nuestros enfermos conociesen la virtud de este sacramento, no cabe duda que al mismo tiempo que acuden al médico, acudirían al sacerdote para que les administre el sacramento de la Unción.
Un detalle muy importante que se ha introducido en el nuevo ritual del sacramento, es: pedir y reclamar de los enfermos su participación en la pasión y muerte de Cristo. Si el enfermo se acerca a la pasión de Cristo, sus propios dolores quedan mitigados al compartir con Cristo los mutuos sufrimientos. Si a nivel humano, cuando nosotros nos abrimos a otra persona contándole todo lo que nos pasa, parece que se nos van la mitad de nuestros sufrimientos, con mucha más fuerza y eficacia sentimos mejoría cuando participamos de la pasión de Cristo. La experiencia lo está proclamando cada día.
Al ser un sacramento para vivir, se puede administrar a quienes comienzan a estar en peligro de enfermedad o vejez. Además, se puede repetir, si el enfermo se cura y vuelve a la vida ordinaria. Igualmente se puede repetir el sacramento durante la misma enfermedad, si el peligro se hace más serio.
LA UNCIÓN COMO SACRAMENTAL.
Nos vemos obligados a copiar del P. Darío Betancourt ("Fuentes de Sanación) unos párrafos referentes a la Unción como sacramental, práctica bastante olvidada, conforme a lo que él nos confiesa, y que podría ser un medio, a mano, de alivio y sanación de enfermos.
El Sr. Obispo Luis Ma.. Estrada, administrador apostólico de Izabal (Guatemala) comenta: "Muchos sacerdotes católicos no se han percatado de que existe una bendición especial para el aceite, que no es ningún sacramento, sino más bien se trata de una bendición para aceite que se bendice precisamente para el uso diario de sanación, y que las personas puedan entonces llevar consigo a casa y usar para orar unos por otros. Al igual que el agua bendita, cuya intención es para uso diario, nos recuerda el agua del bautismo, así también este aceite, un sacramental, nos recuerda el sacramento de la Unción. Obsérvese que en la oración de bendición se habla de: "aquellos que van a usar este aceite", y asume que ellos serán distintos al sacerdote que bendice el aceite.
Los católicos podríamos recobrar la herencia de orar por los enfermos, redescubriendo algunos de los medios que existen a mano. Medios similares que han sido descubiertos a través del estudio profundo de la epístola de Santiago y otros textos que hacen referencia a la sanación. Todo lo que necesitamos los católicos es una sólida instrucción en esta materia. Que los sacerdotes aprendan acerca de esta oración del antiguo Ritual Romano, e! cual pueden utilizar para luego instruir bien y con sana doctrina a los seglares, cómo usar el aceite y cómo orar por los miembros de sus familias, amistades y vecinos en forma sencilla.
Hay muchas otras bendiciones en las cuales se bendicen objetos para fines de sanación y que proceden de Ordenes y Congregaciones religiosas. En los Hechos de los Apóstoles leemos que Dios obraba por medio de San Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos. (Hech. 19, 11-12).
La bendición del aceite para sanación está reservada al obispo o al sacerdote. Su uso como sacramental se extiende indistintamente al obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas y los laicos. La bendición de este aceite se encuentra en el Ritual Romano, Tit. VIII Cap. XIX.
Bendición del aceite.
Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra.
Oleo, criatura de Dios, yo expulso fuera de ti al Demonio, por Dios Padre todopoderoso, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que ellos contienen. Que el poder del adversario, las legiones del Diablo y todos los ataques y maquinaciones de Satanás sean dispersadas y llevadas lejos de esta criatura aceite; que traiga salud al alma de todos los que lo usan, en el nombre de Dios Padre todo poderoso, de nuestro Señor Jesucristo su Hijo y del Espíritu Santo, el abogado, así como en el Amor del mismo Jesucristo, Nuestro Señor, quien ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego.
Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.
- El Señor esté con vosotros,
- Y con tu espíritu.
Oremos:
Señor, Dios todopoderoso, a quien venera el coro de los ángeles en el cielo y cuyo servicio celestial reconocemos; dígnate mirar favorablemente y bendecir, y santificar esta criatura aceite, el cual por tu poder ha sido prensado del jugo de las olivas. Tú lo has ordenado para la unción de los enfermos, a fin de que, al ser sanados, te puedan dar gracias a ti, el Dios vivo y verdadero. Concede, te rogamos, que aquellos que vayan a usar este óleo, el cual estamos bendiciendo en tu nombre, sean liberados de todo sufrimiento, de toda enfermedad y de todas las astucias del enemigo. Permite que sea un medio para alejar del hombre, hecho a tu imagen y redimido por la preciosa Sangre de tu Hijo, toda clase de adversidad, a fin de que él nunca vuelva a sufrir el aguijón de la antigua serpiente. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
(Se asperje con agua bendita).
Da lástima que valores como éste hayan caído en el olvido y no sean aprovechados cuando tenemos tantas necesidades.
No se trata de restar importancia al sacramento de la Unción de los enfermos, cuyo valor estamos apreciando mejor ahora, sino de beneficiarnos también con este aceite bendito en el ministerio de sanación, tanto interior como Corporal.
Cuando usamos el aceite como sacramental en el ministerio de sanación, no estamos haciendo ritos de sabor mágico, ni mucho menos; lo hacemos porque tenemos fe en el poder de Dios que se manifiesta también a través de esa unción sobre la cual se ha invocado la fuerza y la acción del Espíritu del Señor."
Que el Señor bendiga este trabajo, haciendo que todos valoremos cada día más el Sacramento de la Unción y le tengamos el mayor aprecio, tal como corresponde. Igualmente que sepamos aprovecharnos de la Unción como sacramental, ya que el mismo, lo tenemos a nuestra disposición como medio para evangelizar.
No olvidemos que en la práctica de nuestra religiosidad necesitamos mucha dosis de fe, sin la cual nos quedamos inertes y sin vida espiritual. Si, al menos, por condicionamientos de sanación, podemos incitar a nuestros hermanos a desarrollar su fe religiosa, sería bien empleado el reavivar la práctica del Sacramento de la Unción y la Unción sacramental.
En el mes de marzo, presentamos una enseñanza sobre "SANACIÓN DE LOS MORIBUNDOS" partiendo de las siete Palabras que Jesús pronunció, moribundo, clavado en la cruz. Estas siete Palabras daban pie a una sanación completa de toda persona que está en los momentos últimos de su vida.
Pero en la Iglesia, tenemos además un Sacramento que puede recibir todo fiel cristiano, estando en una enfermedad grave. Todos los sacramentos son fuentes de sanación en una etapa de nuestra vida y el sacramento, en particular, de la Unción de los enfermos, está dirigido especialmente para sanar tanto las enfermedades físicas como espirituales; es un sacramento para vivir.
Creemos necesario darlo a conocer como sacramento y como fuente de sanación integral del hombre, y al mismo tiempo para clarificar la idea errónea que durante mucho tiempo se le daba, de ser el sacramento para la hora de la muerte, cuando ya no hay nada que hacer; cuantas personas y familiares no permitían que el enfermo recibiese este sacramento porque era señal de muerte, y no había que asustar al enfermo.
HISTORIA DEL SACRAMENTO.
Durante los primeros nueve siglos se habla indistintamente del carisma de curaciones y de unción. Los cristianos reconocen ciertos efectos corporales y espirituales que producen este sacramento. En este período no se ve la relación que existe entre unción y muerte.
A partir del siglo décimo se considera al sacramento como la última gracia que otorga la Iglesia a los cristianos antes de partir de este mundo. Esta práctica influye en los teólogos que recomendaban la recepción de los sacramentos a última hora, cuando ya no existía la posibilidad de cometer la más mínima falta. Por ello, a partir del siglo doce comienza a llamársela "Sacramento de la Extremaunción", por ser la última de las unciones que imparte la Iglesia.
Esta mentalidad creada en torno a este sacramento hizo que los cristianos lo olvidaran en la práctica y no valoraran su recepción.
Será en el siglo dieciséis, con el Concilio de Trento, que se vuelve hacia la tradición de los primeros siglos, reconociendo que el sacramento era: "Para que la fe salve al enfermo; para que el Señor lo alivie y para que se le perdonen los pecados." Ya no se le considera como sacramento de los moribundos.
El Concilio Vaticano II recoge la doctrina del Concilio de Trento e introduce algunas modificaciones accidentales: "Se prefiere llamarlo Unción de los enfermos".
Una de las últimas reformas que ha vivido el sacramento, ha sido con la Constitución Apostólica firmada por Pablo VI, en 1972. Por su importancia, la vamos a reproducir.
CONSTITUCIÓN APOSTÓLICA "SACRAM UNCTIONEM INFIRMORUM".
"La Sagrada Unción de los enfermos, tal como lo reconoce y enseña la Iglesia católica, es uno de los siete sacramentos del Nuevo Testamento, instituido por Jesucristo nuestro Señor "esbozado ya en el Evangelio de Marcos (Mc. 6,13), recomendado a los fieles y promulgado por el Apóstol Santiago, hermano del Señor:
¿Está enfermo alguno entre vosotros? Mande llamar a los presbíteros de la Iglesia y oren sobre él y lo unjan con el óleo en el nombre del Señor; y la oración de la fe salvará al enfermo y el Señor lo aliviará y los pecados que hubiere cometido le serán perdonados: Stg. 5, 14-1 5. (Concilio de Trento. Sesión 14).
Testimonios sobre la Unción de los enfermos se encuentran desde tiempos antiguos en la Tradición de la Iglesia, especialmente en la Liturgia, tanto en oriente como en occidente. En este sentido se pueden recordar de manera particular la carta de nuestro predecesor Inocencio I a Decio, obispo de Gubbio y el texto de la venerable oración usada para bendecir el óleo de los enfermos: "Envía, Señor, tu Espíritu Santo Paráclito", que fue introducido en la plegaria eucarística y se conserva aún en el Pontifical Romano.
A lo largo de los siglos se fueron determinando en la tradición litúrgica con mayor precisión, aunque no de modo uniforme, las partes del cuerpo del enfermo que debían ser ungidas con el santo óleo y se fueron añadiendo distintas fórmulas para acompañar las unciones con la oración, tal como se encuentran en los libros rituales de las diversas iglesias. Sin embargo, en la Iglesia Romana prevaleció desde la edad media la costumbre de ungir a los enfermos en los órganos de los sentidos, usando la fórmula: "Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te perdone el Señor todos los pecados que has cometido" adaptada a cada uno de los sentidos.
La doctrina acerca de la santa Unción se expone también en los documentos de los Concilios ecuménicos, a saber, el Concilio de Florencia, sobre todo el de Trento y el Vaticano II..
El Concilio de Florencia describió los elementos esenciales de la Unción de los enfermos, el Concilio de Trento declaró su institución divina y examinó a fondo todo lo que se dice en la carta de Santiago acerca de la Santa Unción, especialmente lo que se refiere a la realidad y a los efectos del sacramento: "tal realidad es la gracia del Espíritu Santo, cuya unción limpia los pecados, si es que aún quedan algunos por expiar, y las reliquias del pecado, alivia y conforta el alma del enfermo, suscitando en él gran confianza en la divina misericordia, con lo cual el enfermo, confortado de este modo, sobrelleva mejor los sufrimientos y el peso de la enfermedad, resiste más fácilmente las tentaciones del demonio "que le acechan al calcañar" (Gen. 3, 15) y consigue tal vez la salud del cuerpo si fuera conveniente a la salud del alma". El mismo santo Sínodo proclamó además que las palabras del apóstol indican con bastante claridad que "esta unción se ha de administrar a los enfermos y, sobre todo, a aquellos que se encuentran en tan grave peligro que parecen estar ya en fin de vida, por lo cual es también llamado sacramento de los moribundos". Finalmente, por lo que se refiere al ministropropio declaró que éste es el presbítero.
Por su parte el Concilio Vaticano II ha dicho ulteriormente: "La Extremaunción" que puede llamarse también y más propiamente "Unción de los enfermos", no es sólo el sacramento de quienes se encuentran en los últimos momentos de su vida. Por tanto, el tiempo oportuno para recibirlo empieza cuando el cristiano comienza a estar en peligro de muerte por enfermedad o por vejez". Por lo demás, que el uso de este sacramento sea motivo de solicitud para toda la Iglesia, lo demuestran estas palabras: "Con la sagrada Unción de los enfermos y la oración de los presbíteros, toda la Iglesia encomienda los enfermos al Señor paciente y glorioso, para que los alivie y los salve (Stg. 5, 14-16), e incluso los exhorta a que, asociándose voluntariamente a la pasión y a la muerte de Cristo (Am 8, 17; Col. 1,24; 2 Tim 2, 11-12), contribuyan así al bien del pueblo de Dios".
Todos estos elementos debían tenerse muy en cuenta al revisar el rito de la santa Unción, con el fin de que lo susceptible de ser cambiado se adapte mejor a las condiciones de los tiempos actuales.
Hemos pensado, pues cambiar la fórmula sacramental de manera que, haciendo referencia a las palabras de Santiago, se expresen más claramente los efectos sacramentales.
Como por otra parte el aceite de oliva, prescrito hasta el presente para la validez del sacramento, falta totalmente en algunas regiones o es difícil de conseguirlo, hemos establecido, a petición de numerosos obispos, que en adelante pueda ser utilizado también, según las circunstancias, otro tipo de aceite, con tal de que sea obtenido de plantas, ya que éste se asemeja más al aceite de oliva.
En cuanto al número de unciones y a los miembros que deben ser ungidos, hemos creído oportuno proceder a una simplificación del rito actual.
Por lo cual, dado que esta revisión atañe a ciertos aspectos, al mismo rito sacramental, establecemos con nuestra autoridad apostólica que en adelante se observe en el rito latino como sigue:
El sacramento de la Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en la frente y en las manos con aceite de oliva o, según las circunstancias, con otro aceite de plantas debidamente bendecido, y pronunciando una sola vez estas palabras:
"Por esta santa Unción y por su bondadosa misericordia, te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. R/. Amén. Para que libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en la enfermedad. R/. Amén."
Sin embargo, en caso de necesidad, es suficiente hacer una sola unción en la frente o por razón de las particulares condiciones del enfermo, en otra parte más apropiada del cuerpo, pronunciando íntegramente la fórmula.
Este sacramento puede ser repetido, si el enfermo que ha recibido la Unción se ha restablecido y después ha recaído de nuevo en la enfermedad, o también durante la misma enfermedad si el peligro se hace más serio.
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Dado en Roma, junto a San Pedro, el 30 de noviembre de 1972. Año X de nuestro Pontificado. Paulus PP VI".
Es bueno, también, meditar sobre la actual bendición del óleo para la administración del Sacramento de la Unción, que emplea el Obispo durante la misa Crismal. Nos da luz sobre el verdadero sentido de este sacramento, lo cual nos mostrará la necesidad e importancia del mismo.
OREMOS:
"Señor Dios, Padre de todo consuelo, que has querido sanar las dolencias de los enfermos por medio de tu Hijo: escucha con amor la oración de nuestra fe y derrama desde el cielo tu Espíritu Santo Paráclito sobre este óleo.
Tú que has hecho que el leño verde del olivo produzca aceite abundante para vigor de nuestras fuerzas, enriquece con tu bendición este óleo, para que cuantos sean ungidos con él, sientan en cuerpo y alma tu divina protección y experimenten alivio en sus enfermedades y dolores. Que por tu acción, Señor, este aceite sea para nosotros, óleo santo, en nombre de Jesucristo nuestro Señor que vive y reina por los siglos de los siglos." Amén.
ASPECTOS PRINCIPALES DEL SACRAMENTO.
Queremos resaltar algunos aspectos del sacramento, conforme al nuevo ritual.
El sacramento mira al hombre integral. Dios quiere la salud completa del hombre y en este sacramento, al mismo tiempo que confiere la gracia, perdona los pecados y da fuerza en las tentaciones, se pide al Señor que experimenten en su cuerpo, alivio en sus enfermedades y dolores.
Se ve claro con lo que antecede, que el sacramento no es de moribundos. Es un sacramento para vivir; para que el hombre, al mismo tiempo que recupera la gracia, recupere la salud y pueda servir al Señor con alegría. Si muchos de nuestros enfermos conociesen la virtud de este sacramento, no cabe duda que al mismo tiempo que acuden al médico, acudirían al sacerdote para que les administre el sacramento de la Unción.
Un detalle muy importante que se ha introducido en el nuevo ritual del sacramento, es: pedir y reclamar de los enfermos su participación en la pasión y muerte de Cristo. Si el enfermo se acerca a la pasión de Cristo, sus propios dolores quedan mitigados al compartir con Cristo los mutuos sufrimientos. Si a nivel humano, cuando nosotros nos abrimos a otra persona contándole todo lo que nos pasa, parece que se nos van la mitad de nuestros sufrimientos, con mucha más fuerza y eficacia sentimos mejoría cuando participamos de la pasión de Cristo. La experiencia lo está proclamando cada día.
Al ser un sacramento para vivir, se puede administrar a quienes comienzan a estar en peligro de enfermedad o vejez. Además, se puede repetir, si el enfermo se cura y vuelve a la vida ordinaria. Igualmente se puede repetir el sacramento durante la misma enfermedad, si el peligro se hace más serio.
LA UNCIÓN COMO SACRAMENTAL.
Nos vemos obligados a copiar del P. Darío Betancourt ("Fuentes de Sanación) unos párrafos referentes a la Unción como sacramental, práctica bastante olvidada, conforme a lo que él nos confiesa, y que podría ser un medio, a mano, de alivio y sanación de enfermos.
El Sr. Obispo Luis Ma.. Estrada, administrador apostólico de Izabal (Guatemala) comenta: "Muchos sacerdotes católicos no se han percatado de que existe una bendición especial para el aceite, que no es ningún sacramento, sino más bien se trata de una bendición para aceite que se bendice precisamente para el uso diario de sanación, y que las personas puedan entonces llevar consigo a casa y usar para orar unos por otros. Al igual que el agua bendita, cuya intención es para uso diario, nos recuerda el agua del bautismo, así también este aceite, un sacramental, nos recuerda el sacramento de la Unción. Obsérvese que en la oración de bendición se habla de: "aquellos que van a usar este aceite", y asume que ellos serán distintos al sacerdote que bendice el aceite.
Los católicos podríamos recobrar la herencia de orar por los enfermos, redescubriendo algunos de los medios que existen a mano. Medios similares que han sido descubiertos a través del estudio profundo de la epístola de Santiago y otros textos que hacen referencia a la sanación. Todo lo que necesitamos los católicos es una sólida instrucción en esta materia. Que los sacerdotes aprendan acerca de esta oración del antiguo Ritual Romano, e! cual pueden utilizar para luego instruir bien y con sana doctrina a los seglares, cómo usar el aceite y cómo orar por los miembros de sus familias, amistades y vecinos en forma sencilla.
Hay muchas otras bendiciones en las cuales se bendicen objetos para fines de sanación y que proceden de Ordenes y Congregaciones religiosas. En los Hechos de los Apóstoles leemos que Dios obraba por medio de San Pablo milagros no comunes, de forma que bastaba aplicar a los enfermos los pañuelos o mandiles que había usado y se alejaban de ellos las enfermedades y salían los espíritus malos. (Hech. 19, 11-12).
La bendición del aceite para sanación está reservada al obispo o al sacerdote. Su uso como sacramental se extiende indistintamente al obispo, sacerdotes, religiosos, religiosas y los laicos. La bendición de este aceite se encuentra en el Ritual Romano, Tit. VIII Cap. XIX.
Bendición del aceite.
Nuestro auxilio está en el nombre del Señor.
Que hizo el cielo y la tierra.
Oleo, criatura de Dios, yo expulso fuera de ti al Demonio, por Dios Padre todopoderoso, que hizo el cielo y la tierra, el mar y todo lo que ellos contienen. Que el poder del adversario, las legiones del Diablo y todos los ataques y maquinaciones de Satanás sean dispersadas y llevadas lejos de esta criatura aceite; que traiga salud al alma de todos los que lo usan, en el nombre de Dios Padre todo poderoso, de nuestro Señor Jesucristo su Hijo y del Espíritu Santo, el abogado, así como en el Amor del mismo Jesucristo, Nuestro Señor, quien ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos y al mundo por el fuego.
Señor, escucha nuestra oración.
Y llegue a ti nuestro clamor.
- El Señor esté con vosotros,
- Y con tu espíritu.
Oremos:
Señor, Dios todopoderoso, a quien venera el coro de los ángeles en el cielo y cuyo servicio celestial reconocemos; dígnate mirar favorablemente y bendecir, y santificar esta criatura aceite, el cual por tu poder ha sido prensado del jugo de las olivas. Tú lo has ordenado para la unción de los enfermos, a fin de que, al ser sanados, te puedan dar gracias a ti, el Dios vivo y verdadero. Concede, te rogamos, que aquellos que vayan a usar este óleo, el cual estamos bendiciendo en tu nombre, sean liberados de todo sufrimiento, de toda enfermedad y de todas las astucias del enemigo. Permite que sea un medio para alejar del hombre, hecho a tu imagen y redimido por la preciosa Sangre de tu Hijo, toda clase de adversidad, a fin de que él nunca vuelva a sufrir el aguijón de la antigua serpiente. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
(Se asperje con agua bendita).
Da lástima que valores como éste hayan caído en el olvido y no sean aprovechados cuando tenemos tantas necesidades.
No se trata de restar importancia al sacramento de la Unción de los enfermos, cuyo valor estamos apreciando mejor ahora, sino de beneficiarnos también con este aceite bendito en el ministerio de sanación, tanto interior como Corporal.
Cuando usamos el aceite como sacramental en el ministerio de sanación, no estamos haciendo ritos de sabor mágico, ni mucho menos; lo hacemos porque tenemos fe en el poder de Dios que se manifiesta también a través de esa unción sobre la cual se ha invocado la fuerza y la acción del Espíritu del Señor."
Que el Señor bendiga este trabajo, haciendo que todos valoremos cada día más el Sacramento de la Unción y le tengamos el mayor aprecio, tal como corresponde. Igualmente que sepamos aprovecharnos de la Unción como sacramental, ya que el mismo, lo tenemos a nuestra disposición como medio para evangelizar.
No olvidemos que en la práctica de nuestra religiosidad necesitamos mucha dosis de fe, sin la cual nos quedamos inertes y sin vida espiritual. Si, al menos, por condicionamientos de sanación, podemos incitar a nuestros hermanos a desarrollar su fe religiosa, sería bien empleado el reavivar la práctica del Sacramento de la Unción y la Unción sacramental.