MES DE JUNIO DEL 2002.
"El Señor está sanando a su pueblo, decía el P. Emiliano Tardif, y si le damos permiso y si oramos, Él no solo va a sanar a dos o tres, sino a cientos, no solamente en el cuerpo sino en el subconsciente, las heridas emocionales..."
Vimos en la primera parte de la ORACION DE INTERCESIÓN la importancia que ella tiene en la vida de la Iglesia, y que todos, por el sacerdocio recibido en el bautismo, tenemos el poder y el deber de interceder por todo el mundo, uniéndonos a la intercesión de Cristo ante el Padre.
Vamos a dar un paso más.
Condiciones para ejercer el ministerio de intercesión.
Hay que insistir en dos puntos importantes.
1.- LA FE ES NECESARIA. Pero el que ora en la intercesión no pone su confianza en su propia fe ni en este o aquel don, sino en Jesucristo;así lo dice el P. E. Tardif, el P. Mac Nutt. "Yo no tengo fe en mi propia fe, sino en Jesucristo; Él es el que sana y el que cura. Y ¡qué pena cuando vemos a una persona que tiene el ministerio de Sanación y que dice al enfermo: "tú no te sanas porque no tienes fe!" ¡Qué pena! ¡Este enfermo ya tiene bastante con sufrir su enfermedad, además se le acusa de no tener fe...!"
El P. Emiliano recordaba su propia enfermedad y cómo se sanó. Cuando unos hermanos fueron a orar por él, le preguntaron si creía que el Señor le podía sanar, "claro que Dios puede sanar", contestó, pero creer que Dios te puede sanar y creer que te va a sanar, es muy distinto; él no creía que se iba a sanar, pero los hermanos sí creían y oraron por él. Y el P. Emiliano se sanó de tuberculosis de los dos pulmones muy avanzada, sin que los médicos se lo pudiesen explicar.
Por eso el P. Emiliano predicó constantemente: "El Señor sana con la fe que tenemos, porque yo no tenía mucha fe, tenía fe en que existe, pero no creía que me iba a sanar. Hay que tener fe en su amor, hay que tener fe en que Él lo quiere hacer y Él nos dice: "pedid y se os dará", y cuando tomamos la Palabra de Dios en serio, Dios nos toma en serio, y este es el secreto. Nosotros no tomamos en serio lo que dice el Señor cuando nos manda a proclamar su Evangelio y nos dice: "Vayan por todo el mundo anunciando mi Evangelio y he aquí los signos que acompañarán a los que creen: en mi Nombre impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán curados". Y lo que Él dice lo cumple, porque Él es fiel a su promesa, pero Él quiere que lo aceptemos y esta fe hay que pedirla porque no la tenemos; pero Él sana con la fe que tenemos".
No es nada fácil la práctica de la fe en la lucha de la intercesión. Esa agonía de ver que Dios sigue en silencio, que no sucede nada. Y sin embargo, la promesa del Señor continúa en pie para los que no se desalientan en la lucha de la intercesión.
2.- LA FE ES NECESARIA, PERO MÁS TODAVÍA ES LA CARIDAD.
La fe es importante, pero es impotente si no va acompañada de una compasión verdadera, de un verdadero amor hacia aquel que sufre. Es necesario meternos en la piel del hermano que sufre para entender su necesidad; por dicho motivo, los que tienen alguna enfermedad tienen un gran poder de intercesión, porque nadie mejor que ellos para entender a otro que sufre; igualmente, aquellas personas que han sido sanadas tienen una virtud especial para interceder: porque reflejan la misericordia que Dios tuvo con ellos, volcándose en misericordia hacia otros.
La idea clave en este tema, es la caridad, es el amor. Y nadie puede dar lo que no tiene. Solamente penetrando en el Corazón misericordioso y compasivo de Jesús, se participa de su amor infinito hacia los hombres; es ahí en donde se capta los sentimientos de Cristo al aceptar su pasión y muerte para salvar al hombre. Esta es la fuente en donde el intercesor debe beber para realizar su ministerio
Dones de Dios para interceder.
El ministerio de intercesión, ya hemos visto, no es nada fácil. Pero siendo tan necesario en la Iglesia, Dios mismo nos va a dar muchos dones para que podamos Interceder ante Él. Algunos de ellos son:
Su Gran Amor. Como Dios nos mira como miembros del cuerpo de su mismo Hijo, nos ve perfectos en Él. Nos ama y nos considerara como seremos al final, cuando Cristo haya terminado de transformarnos en Él. El nunca se va a cansar de nosotros. No podemos dejar de interceder por el hecho de sentirnos indignos.
Jesús, nuestro Señor Resucitado, está ante el Padre rogando continuamente por nosotros, porque somos miembros, y miembros muy queridos de su mismo cuerpo. "Cristo, el que murió, es más, el que fue resucitado, está a la derecha de Dios, rogando por nosotros". (Romanos 8. 34)
El Espíritu Santo viene a ayudarnos y obra en nosotros, dejando que apoyemos en Él nuestras insuficiencias. "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad porque no sabemos orar como se debe, pero el Espíritu Santo mismo ruega a Dios por nosotros" (Romanos 8, 26).
Miembros del Cuerpo de Cristo. Necesitamos recordarnos esta verdad los unos a los otros. Somos miembros del mismo cuerpo y por eso debemos orar los unos por los otros. No descuidemos esta parte tan práctica e importante del Plan de Dios para que tengamos fuerza y poder.
La Armadura de Dios. (Efesios 6,17-18). Pongámonos, pieza por pieza, esta armadura y pidamos la luz del Espíritu para saber cuando conviene usar estas armas que San Pablo nos propone para defendernos del enemigo malo.
(Rosalind Ricker. Extraído de New Covenant)
VARIAS FORMAS DE INTERCESIÓN.
ORACION DE ALABANZA. A través de la alabanza, presentamos ante la presencia de Dios, a la persona o situación por la que se intercede. Alabemos en su nombre, alabemos como si nosotros fuésemos esa persona, como si nosotros tuviésemos esa necesidad. Cuando alabamos de corazón, Dios nos mira complacido y se vuelca hacia nosotros con toda la compasión. Cuando esto lo hacemos en nombre de otra persona, Dios hace otro tanto a favor de ella.
ORACIÓN EN EL ESPÍRITU. Cuando no sabemos cuál es la situación o necesidad, oremos en lenguas. "El Espíritu mismo ruega a Dios en nosotros con gemidos inenarrables." (Romanos 8, 26) Muchas veces, orar en lenguas es una necesidad para que en nuestra intercesión no juzguemos a las personas. Por ejemplo, cuando oramos por la salud espiritual de una persona, sin darnos cuenta, casi siempre, la estamos juzgando; al orar en lenguas, presentamos a la persona y el Espíritu actúa en donde tiene que actuar.
ORACION SIN PALABRAS. El Espíritu traerá a nuestra mente el nombre de personas conocidas, en cualquier momento del día o la noche y en cualquier lugar. Elevemos el corazón a Jesús y pongamos a esa persona en su presencia. Dejemos que el amor de Dios se derrame en ella, sin pedir nada especial. No hacen falta palabras. El Espíritu es quien mejor conoce el pensamiento y la voluntad de Dios. Dejemos que interceda a través de nosotros y luego alabemos y demos gracias.
ORACION CON CONOCIMIENTO. Aunque sabemos por lo que oramos, entregamos nuestra mente al Espíritu para que ore en nosotros, mientras permanecemos en actitud de adoración. Ejemplo: En un Grupo, un hermano presenta una necesidad alabando al Señor en quien está la solución de todos los problemas. Los demás continúan alabando bajito o en silencio hasta que el Espíritu de a otro una nueva intención por la que orar. Nos unimos todos de corazón a esa nueva intención y continuamos con más alabanza. Sabemos que pedimos lo que Dios desea, por la convicción interna que da el mismo Espíritu; pero si no sentimos enseguida ese convencimiento interno, hay que tener paciencia y seguir orando. Dios tiene su tiempo. Esperemos con confianza en que nos llegará su mensaje. Es esencial que nos acostumbremos a escucharle.
LAS ORACIONES DE JESUS. Citamos sólo una como modelo; todo el capítulo 17 de S. Juan. Jesús intercede ante el Padre por sus discípulos, por todos los fieles, por la unidad... Hagamos nuestra, esta oración de Jesús.
LAS ORACIONES DE SAN PABLO. Cuando venga a tu mente un ser querido, puedes pedir para él lo mismo que pedía Pablo.
"Pido a Dios que os ilumine la mente para que sepáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados y cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los suyos". (Efesios, 1, 18).
"Ruego que entendáis cuán grande y sin límites es su poder, que obra en nosotros, los que creemos en Él". (Efesios, 1, 19)
"No dejamos de orar por vosotros y pedir que Dios os haga conocer lo que quiere de vosotros y os dé sabiduría y entendimiento de las cosas espirituales". ( Colosenses, 1, 9).
"Pedimos que Él os haga fuertes con su glorioso poder para que podáis soportarlo todo con mucha paciencia y llenos de alegría en el Señor". (Colosenses, 1, 11)
"Pido en mi corazón que lleguéis a tener todavía más amor, con mucha sabiduría y entendimiento en todo para que sepáis escoger siempre lo mejor". ( Filipenses, 1, 9)
"El Señor está sanando a su pueblo, decía el P. Emiliano Tardif, y si le damos permiso y si oramos, Él no solo va a sanar a dos o tres, sino a cientos, no solamente en el cuerpo sino en el subconsciente, las heridas emocionales..."
Vimos en la primera parte de la ORACION DE INTERCESIÓN la importancia que ella tiene en la vida de la Iglesia, y que todos, por el sacerdocio recibido en el bautismo, tenemos el poder y el deber de interceder por todo el mundo, uniéndonos a la intercesión de Cristo ante el Padre.
Vamos a dar un paso más.
Condiciones para ejercer el ministerio de intercesión.
Hay que insistir en dos puntos importantes.
1.- LA FE ES NECESARIA. Pero el que ora en la intercesión no pone su confianza en su propia fe ni en este o aquel don, sino en Jesucristo;así lo dice el P. E. Tardif, el P. Mac Nutt. "Yo no tengo fe en mi propia fe, sino en Jesucristo; Él es el que sana y el que cura. Y ¡qué pena cuando vemos a una persona que tiene el ministerio de Sanación y que dice al enfermo: "tú no te sanas porque no tienes fe!" ¡Qué pena! ¡Este enfermo ya tiene bastante con sufrir su enfermedad, además se le acusa de no tener fe...!"
El P. Emiliano recordaba su propia enfermedad y cómo se sanó. Cuando unos hermanos fueron a orar por él, le preguntaron si creía que el Señor le podía sanar, "claro que Dios puede sanar", contestó, pero creer que Dios te puede sanar y creer que te va a sanar, es muy distinto; él no creía que se iba a sanar, pero los hermanos sí creían y oraron por él. Y el P. Emiliano se sanó de tuberculosis de los dos pulmones muy avanzada, sin que los médicos se lo pudiesen explicar.
Por eso el P. Emiliano predicó constantemente: "El Señor sana con la fe que tenemos, porque yo no tenía mucha fe, tenía fe en que existe, pero no creía que me iba a sanar. Hay que tener fe en su amor, hay que tener fe en que Él lo quiere hacer y Él nos dice: "pedid y se os dará", y cuando tomamos la Palabra de Dios en serio, Dios nos toma en serio, y este es el secreto. Nosotros no tomamos en serio lo que dice el Señor cuando nos manda a proclamar su Evangelio y nos dice: "Vayan por todo el mundo anunciando mi Evangelio y he aquí los signos que acompañarán a los que creen: en mi Nombre impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán curados". Y lo que Él dice lo cumple, porque Él es fiel a su promesa, pero Él quiere que lo aceptemos y esta fe hay que pedirla porque no la tenemos; pero Él sana con la fe que tenemos".
No es nada fácil la práctica de la fe en la lucha de la intercesión. Esa agonía de ver que Dios sigue en silencio, que no sucede nada. Y sin embargo, la promesa del Señor continúa en pie para los que no se desalientan en la lucha de la intercesión.
2.- LA FE ES NECESARIA, PERO MÁS TODAVÍA ES LA CARIDAD.
La fe es importante, pero es impotente si no va acompañada de una compasión verdadera, de un verdadero amor hacia aquel que sufre. Es necesario meternos en la piel del hermano que sufre para entender su necesidad; por dicho motivo, los que tienen alguna enfermedad tienen un gran poder de intercesión, porque nadie mejor que ellos para entender a otro que sufre; igualmente, aquellas personas que han sido sanadas tienen una virtud especial para interceder: porque reflejan la misericordia que Dios tuvo con ellos, volcándose en misericordia hacia otros.
La idea clave en este tema, es la caridad, es el amor. Y nadie puede dar lo que no tiene. Solamente penetrando en el Corazón misericordioso y compasivo de Jesús, se participa de su amor infinito hacia los hombres; es ahí en donde se capta los sentimientos de Cristo al aceptar su pasión y muerte para salvar al hombre. Esta es la fuente en donde el intercesor debe beber para realizar su ministerio
Dones de Dios para interceder.
El ministerio de intercesión, ya hemos visto, no es nada fácil. Pero siendo tan necesario en la Iglesia, Dios mismo nos va a dar muchos dones para que podamos Interceder ante Él. Algunos de ellos son:
Su Gran Amor. Como Dios nos mira como miembros del cuerpo de su mismo Hijo, nos ve perfectos en Él. Nos ama y nos considerara como seremos al final, cuando Cristo haya terminado de transformarnos en Él. El nunca se va a cansar de nosotros. No podemos dejar de interceder por el hecho de sentirnos indignos.
Jesús, nuestro Señor Resucitado, está ante el Padre rogando continuamente por nosotros, porque somos miembros, y miembros muy queridos de su mismo cuerpo. "Cristo, el que murió, es más, el que fue resucitado, está a la derecha de Dios, rogando por nosotros". (Romanos 8. 34)
El Espíritu Santo viene a ayudarnos y obra en nosotros, dejando que apoyemos en Él nuestras insuficiencias. "El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad porque no sabemos orar como se debe, pero el Espíritu Santo mismo ruega a Dios por nosotros" (Romanos 8, 26).
Miembros del Cuerpo de Cristo. Necesitamos recordarnos esta verdad los unos a los otros. Somos miembros del mismo cuerpo y por eso debemos orar los unos por los otros. No descuidemos esta parte tan práctica e importante del Plan de Dios para que tengamos fuerza y poder.
La Armadura de Dios. (Efesios 6,17-18). Pongámonos, pieza por pieza, esta armadura y pidamos la luz del Espíritu para saber cuando conviene usar estas armas que San Pablo nos propone para defendernos del enemigo malo.
(Rosalind Ricker. Extraído de New Covenant)
VARIAS FORMAS DE INTERCESIÓN.
ORACION DE ALABANZA. A través de la alabanza, presentamos ante la presencia de Dios, a la persona o situación por la que se intercede. Alabemos en su nombre, alabemos como si nosotros fuésemos esa persona, como si nosotros tuviésemos esa necesidad. Cuando alabamos de corazón, Dios nos mira complacido y se vuelca hacia nosotros con toda la compasión. Cuando esto lo hacemos en nombre de otra persona, Dios hace otro tanto a favor de ella.
ORACIÓN EN EL ESPÍRITU. Cuando no sabemos cuál es la situación o necesidad, oremos en lenguas. "El Espíritu mismo ruega a Dios en nosotros con gemidos inenarrables." (Romanos 8, 26) Muchas veces, orar en lenguas es una necesidad para que en nuestra intercesión no juzguemos a las personas. Por ejemplo, cuando oramos por la salud espiritual de una persona, sin darnos cuenta, casi siempre, la estamos juzgando; al orar en lenguas, presentamos a la persona y el Espíritu actúa en donde tiene que actuar.
ORACION SIN PALABRAS. El Espíritu traerá a nuestra mente el nombre de personas conocidas, en cualquier momento del día o la noche y en cualquier lugar. Elevemos el corazón a Jesús y pongamos a esa persona en su presencia. Dejemos que el amor de Dios se derrame en ella, sin pedir nada especial. No hacen falta palabras. El Espíritu es quien mejor conoce el pensamiento y la voluntad de Dios. Dejemos que interceda a través de nosotros y luego alabemos y demos gracias.
ORACION CON CONOCIMIENTO. Aunque sabemos por lo que oramos, entregamos nuestra mente al Espíritu para que ore en nosotros, mientras permanecemos en actitud de adoración. Ejemplo: En un Grupo, un hermano presenta una necesidad alabando al Señor en quien está la solución de todos los problemas. Los demás continúan alabando bajito o en silencio hasta que el Espíritu de a otro una nueva intención por la que orar. Nos unimos todos de corazón a esa nueva intención y continuamos con más alabanza. Sabemos que pedimos lo que Dios desea, por la convicción interna que da el mismo Espíritu; pero si no sentimos enseguida ese convencimiento interno, hay que tener paciencia y seguir orando. Dios tiene su tiempo. Esperemos con confianza en que nos llegará su mensaje. Es esencial que nos acostumbremos a escucharle.
LAS ORACIONES DE JESUS. Citamos sólo una como modelo; todo el capítulo 17 de S. Juan. Jesús intercede ante el Padre por sus discípulos, por todos los fieles, por la unidad... Hagamos nuestra, esta oración de Jesús.
LAS ORACIONES DE SAN PABLO. Cuando venga a tu mente un ser querido, puedes pedir para él lo mismo que pedía Pablo.
"Pido a Dios que os ilumine la mente para que sepáis cuál es la esperanza a la que habéis sido llamados y cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los suyos". (Efesios, 1, 18).
"Ruego que entendáis cuán grande y sin límites es su poder, que obra en nosotros, los que creemos en Él". (Efesios, 1, 19)
"No dejamos de orar por vosotros y pedir que Dios os haga conocer lo que quiere de vosotros y os dé sabiduría y entendimiento de las cosas espirituales". ( Colosenses, 1, 9).
"Pedimos que Él os haga fuertes con su glorioso poder para que podáis soportarlo todo con mucha paciencia y llenos de alegría en el Señor". (Colosenses, 1, 11)
"Pido en mi corazón que lleguéis a tener todavía más amor, con mucha sabiduría y entendimiento en todo para que sepáis escoger siempre lo mejor". ( Filipenses, 1, 9)