Desde pequeñita, siempre tuve la ilusión de hacer mi primera comunión, y después de cuarenta años tuve la dicha de recibir por primera vez a Jesús sacramentado, llenando mi corazón de una alegría desbordante, difícil de explicar.
Me llamo Rosa Julia Banegas y soy hondureña. Mis padres eran católicos y me bautizaron en la Iglesia Católica. Mi hermano mayor era evangelista comprometido y me llevó, junto con otro hermano, a la iglesia evangelista; mi madre únicamente pudo conseguir que una de mis hermanas hiciera su primera comunión; yo me quedé con las ganas. Por motivos familiares tuve que abandonar la casa de mis padres e ir a vivir con una tía. Yo continuaba asistiendo a los actos evangélicos y ahí conocí a mi esposo; me sentía atrapada pero siempre pensaba que algún día podría hacer mi primera comunión, aunque no fuese con un vestido blanco y con velo.
Por motivos que no vienen al caso, me separé de mi esposo y a los cinco años conocí a un chico que también era evangélico y me casé de nuevo. Las circunstancias me llevaban por un camino que no era de mi gusto, pero siempre le pedía a Dios que no me dejase, que no me apartase de su lado. Tiempo después, mi esposo tuvo un gran accidente de coche y murió. Ese mismo día del fallecimiento sentí una gran fortaleza de parte de Dios, y lo único que me vino a la mente fue: ahora sí que podré hacer mi primera comunión. Por ello le pedía a Dios poder viajar a Europa para olvidar la muerte de mi esposo pero sobre todo para salir del ambiente de la iglesia evangélica. Cuando visitaba a mi hermana católica, siempre la acompaña a su Iglesia.
Tenía yo 38 años y me quedé sin trabajo; habían pasado 10 años de la muerte de mi esposo. En ese momento me salió la oportunidad de viajar a España y la acepté. Y aquí estoy. Asistía a los cultos de la Iglesia Católica. A través de otra hondureña, conocí la casa de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, en Castellón, que nosotros familiarmente la llamamos "Casita de oración". Me recibieron con mucho cariño y asisto normalmente a los actos que realizan. Al coger confianza con ellos, les manifesté mi gran deseo de recibir a Jesús sacramentado y por lo tanto, de hacer la primera comunión. Me dejaron libros para prepararme, me instruyeron, para que, llegado el momento, poder cumplir mi deseo en la Casita.
Mi sorpresa ha sido, que al anunciarse la Asamblea de la Renovación carismática, se me allanaron los problemas económicos que tenía para asistir y que como un gran regalo del Señor, poder realizar ahí, mi sueño, de poder realizar mi primera comunión rodeada de tantos hermanos.
Rosa Julia da gracias a Dios por ser tan privilegiada y porque me concedió lo que le pedí hace once años con toda el alma: hacer mi primera comunión. Y doy gracias a Dios porque Él no se olvida de nosotros.
Rosa Julia Banegas.
Me llamo Rosa Julia Banegas y soy hondureña. Mis padres eran católicos y me bautizaron en la Iglesia Católica. Mi hermano mayor era evangelista comprometido y me llevó, junto con otro hermano, a la iglesia evangelista; mi madre únicamente pudo conseguir que una de mis hermanas hiciera su primera comunión; yo me quedé con las ganas. Por motivos familiares tuve que abandonar la casa de mis padres e ir a vivir con una tía. Yo continuaba asistiendo a los actos evangélicos y ahí conocí a mi esposo; me sentía atrapada pero siempre pensaba que algún día podría hacer mi primera comunión, aunque no fuese con un vestido blanco y con velo.
Por motivos que no vienen al caso, me separé de mi esposo y a los cinco años conocí a un chico que también era evangélico y me casé de nuevo. Las circunstancias me llevaban por un camino que no era de mi gusto, pero siempre le pedía a Dios que no me dejase, que no me apartase de su lado. Tiempo después, mi esposo tuvo un gran accidente de coche y murió. Ese mismo día del fallecimiento sentí una gran fortaleza de parte de Dios, y lo único que me vino a la mente fue: ahora sí que podré hacer mi primera comunión. Por ello le pedía a Dios poder viajar a Europa para olvidar la muerte de mi esposo pero sobre todo para salir del ambiente de la iglesia evangélica. Cuando visitaba a mi hermana católica, siempre la acompaña a su Iglesia.
Tenía yo 38 años y me quedé sin trabajo; habían pasado 10 años de la muerte de mi esposo. En ese momento me salió la oportunidad de viajar a España y la acepté. Y aquí estoy. Asistía a los cultos de la Iglesia Católica. A través de otra hondureña, conocí la casa de la Comunidad Siervos de Cristo Vivo, en Castellón, que nosotros familiarmente la llamamos "Casita de oración". Me recibieron con mucho cariño y asisto normalmente a los actos que realizan. Al coger confianza con ellos, les manifesté mi gran deseo de recibir a Jesús sacramentado y por lo tanto, de hacer la primera comunión. Me dejaron libros para prepararme, me instruyeron, para que, llegado el momento, poder cumplir mi deseo en la Casita.
Mi sorpresa ha sido, que al anunciarse la Asamblea de la Renovación carismática, se me allanaron los problemas económicos que tenía para asistir y que como un gran regalo del Señor, poder realizar ahí, mi sueño, de poder realizar mi primera comunión rodeada de tantos hermanos.
Rosa Julia da gracias a Dios por ser tan privilegiada y porque me concedió lo que le pedí hace once años con toda el alma: hacer mi primera comunión. Y doy gracias a Dios porque Él no se olvida de nosotros.
Rosa Julia Banegas.