TE ADORO JESUS PRESENTE EN LA HOSTIA SANTA.
HERMANO, SI NO PUEDES ADORAR A JESÚS EN EL SAGRARIO DE LA IGLESIA, PUEDES ADORARLO ESPIRITUALMENTE.
PARA ELLO, TE OFRECEMOS
LA ADORACIÓN VIRTUAL.
BENDITO Y ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTE DEL ALTAR.
SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO.
BENDITO Y ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTE DEL ALTAR.
SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO.
Señor Jesús: creo firmemente
que estás en el Santísimo sacramento. Te adoro como Dios
verdadero aquí oculto. Por mis pecados, te pido perdón.
Y, porque te amo sobre todas las cosas, deseo adorarte espiritualmente
en este momento.
ORACIÓN.
Oh Dios, que en este sacramento admirable
nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos que nos concedas
venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre,
que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú que vives y reinas.
ADORACIÓN
EUCARÍSTICA DE JUAN PABLO II.
Nos presentamos ante ti sabiendo que nos
llamas y que nos amas tal como somos.
Tú tienes palabras de vida eterna
y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de
Dios (Jn.6, 69).
Tu presencia en la Eucaristía ha
comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa
como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra fe.
Por medio de tí y en el Espíritu
Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre, para decirle nuestro
sí unido al tuyo.
Contigo ya podremos decir: Padre nuestro.
Siguiéndote a ti, "camino,
verdad y vida", queremos penetrar en el aparente "silencio"
y "ausencia" de Dios, rasgando la nube del Tabor, para escuchar
la voz del Padre que nos dice: "Este es mi Hijo amado, en quien tengo
mi complacencia: Escúchenlo" (Mt 17, 5).
Con esta fe, hecha de escucha contemplativa,
sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los
diversos sectores de la vida familiar y social.
Tú eres nuestra esperanza, nuestra
paz, nuestro mediador, hermano y amigo.
Nuestro corazón se llena de gozo
y de esperanza al saber que vives "siempre intercediendo por nosotros"
(Hebr 7,25)
Nuestra esperanza se traduce en confianza,
gozo de pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.
Queremos sentir como tú y valorar
las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro,
el principio y el fin de todo
.
.
Apoyados en esta esperanza, queremos infundir,
en el mundo, esta escala de valores evangélicos por la que Dios
y sus dones salvíficos ocupan el prime lugar en el corazón
y en las actitudes de la vida concreta.
Queremos amar como tú, que das
la vida y te comunicas con todo lo que eres.
Quisiéramos decir como San Pablo:
"Mi vida es Cristo" (Flp 1, 21)
Nuestra vida no tiene sentido sin tí.
Queremos aprender a "estar con quien
sabemos nos ama", porque "con tan buen amigo presente todo se
puede sufrir". En tí, aprenderemos a unirnos a la voluntad
del Padre, porque, en la oración, "el amor es el que habla"
(Santa Teresa).
Entrando en tu intimidad, queremos adoptar
determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones
fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.
Creyendo, esperando y amando, te adoramos
con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser
también reparación, como respuesta a tus palabras: "Quédense
aquí y velen conmigo" (Mt 26,38)
Tú superas la pobreza de nuestros
pensamientos, sentimientos y palabras; por eso, queremos aprender a adorar
admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un
silencio de amigo y con una presencio de donación.
El Espíritu Santo que has infundido
en nuestros corazones nos ayuda a decir esos "gemidos inenarrables"
(Rom 8, 26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el
gesto filial de quien ya se contenta con tu sola presencia, tu amor y
tu palabra.
En nuestras noches físicas y morales,
si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta,
aunque, muchas veces, no sentiremos la consolación.
Aprendiendo este más allá
de la adoración, estaremos en tu intimidad o misterio". Entonces,
nuestra oración se convertirá en respeto hacia el "misterio"
de cada hermano y de cada acontecimiento, para insertarnos en nuestro
ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo
y fecundo que nace de la contemplación.
Gracias a tí, nuestra capacidad
de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de
amar y servir.
Nos has dado a tu Madre como nuestra para
que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo
la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más
perfecta Madre.
Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera,
que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida
y comunicarla a todos los hermanos. Amén.